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martes, 9 de noviembre de 2010


Los he soñado hoy.
A Luke, que era un detective;
a Jazz, que era un misterio;
y a Ian, que todavía no sé lo que es.


Nuestro problema, Ian, estuvo en que nos tragamos sus mentiras una detrás de otra como si fueran pastillas. Las ayudamos a bajar por la garganta empujándolas con largos tragos de "todo va bien" y "está bajo control" y todavía tuvimos las narices de indignarnos cuando el cielo empezó a caerse sobre nuestras cabezas.

El mundo es un sitio cruel y siempre lo será, pero nos resignamos a dejar de intentar cambiarlo. Ignoramos a la Justicia en todas sus formas. No, ignorarla es poco. Le descuartizamos y enterramos sus restos a poca profundidad para que las ratas y los gusanos pudieran llegar hasta ellos.

El día en el que Jacqueline Holdstein entró por la puerta de mi despacho, con su falda de tubo apretada y su camisa roja pulcramente planchada, ya debía imaginarme que algo así terminaría pasando. El fin del mundo, quiero decir.

Ah. ¿Sabes qué es lo peor del fin del mundo, Ian?

Pues que empieza como cualquier otro día. Por lo menos el mío lo hizo así.

Llegué al despacho con el periódico debajo del brazo. No quise leerlo y la secretaria se lo llevó a su mesa. Jugué con las persianas. Las subía y las bajaba, las subía y las bajaba. Intenté llamar a mi hermana pero comunicaba. Me comí un bocadillo de jamón que estaba saladísimo. Fue entonces cuando dejé de fingir que estaba trabajando. Busqué un chicle en el fondo de mi bolsillo, puse los pies encima de la mesa y respiré hondo.

Y entonces, ella entró.

Qué mujer, Ian. Ojalá la hubieras visto. Qué pelo más negro, qué piel más blanca, qué ojos más azules. Qué cuerpo, qué todo.

- ¿Luke Sandman? - preguntó. Me hizo sentir como si fuera mi profesora de primaria, pasando lista en clase. Estuve a punto de contestar "presente". De hecho, lo hice.
- Presente. ¿Y usted es...?
- Jacqueline Holdstein. Me gustaría contratarle.

Y fue así de fácil.

Después me enteraría de muchas cosas sobre la buena de Jazz. Para empezar, por qué quería mis servicios como detective y guardaespaldas (porque terminé haciendo de las dos cosas). Luego, que amaba el café en todas sus formas y se sabía de memoria Desayuno Con Diamantes (casi todo en su forma de vestir, de peinarse y maquillarse, se debía a Audrey Hepburn). Sus amigos la llamaban Jack o Jackie, pero sólo yo me refería a ella como Jazz (y sólo ella se refería a mí como Inútil). Estaba coladita por John Lennon, prefería los perros a los gatos y (ojo al dato) de pequeña quería ser monja. Pero después perdió la fe en cualquiera que no fuera ella misma y colgó los hábitos imaginarios. Y de qué manera.

Así que sí, Ian. Nos creímos las mentiras de un mundo que apestaba. Y doy gracias por ello. Si no, no la hubiera conocido nunca.

Menos mal que me conformé con promesas que se rompían en la boca.

(Y qué rápido dejamos de tratarnos de usted, oye).

7 comentarios:

  1. Las cosas que se sueñan suelen ser buenas (de hecho, supuestamente, ya les hemos pensado antes pero no éramos conscientes de ellas, ya que los sueños son retazos de la memoria, solo que un poco desdibujados para esconder cosas... en fin, me lío yo sola).

    A mí me ha gustado el narrador. Y de verdad que sigo sin saber cómo haces para crear voces tan geniales y hacer que hablen, en dos líneas ya tienen vida propia y no se parecen a otra.
    A parte, Jazz me ha cautivado con eso de que quería ser monja y lo llama Inútil.

    Ay, me han encantado. (Investigue ahora usté para saber quién es Ian, que me ha dejado toa intrigá ò.o)

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  2. Jazz promete, la verdad, con sus perros, sus hábitos que no llegaron a durar mucho (aunque quien va a criticarla si perdió la fe), y todo lo demás... Un misterio nunca mejor dicho.
    Me encantan las historias de detectives :)

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  3. Vuelvo a estar completamente de acuerdo con Trinia. Y además, enamoran. (Se supone que esto está bien, que los personajes de alguien enamoren pero... no tanto cuando esperas ansiosa que vuelvan a aparecer, ha.)
    Y siendo sincera, yo imaginé a Ian como una mala idea *w*. De esas que no quieres tener en la cabeza y que siempre terminan volviendo. Y... aw. Quiero saber más cosas sobre ellos.
    (Que tenía un bonito final la entrada, por cierto)

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  4. Jazz me ha conquistado con aquello de Audrey Hepburn, y con lo de que quiso ser monja. Yo nunca quise, pero conozco a gente que sí.
    (: Me ha encantado

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  5. Los sueños se supone que son cosas que almacenamos en nuestro inconsciente, cosas que queremos no pensar, porque, según Freud, no consideramos buenas (o éticas o lo que sea). Pero creo que por eso suelen ser tan geniales, como esto que has escrito, porque rompen las reglas (o lo que sea).
    El caso es que admiro la manera en la que das vida a los textos. Te enganchan, te atrapan, te marean, te hacen sentirte dentro. Porque es como si los personajes te hablasen al oído.
    Jazz me cae bien, porque quería ser monja y perdió la fe por el camino.

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  6. Te lo he dicho antes, pero tu estilo me gusta. Es pulcro, elegante, pero tiene un toque de calle y no se anda con pamplinas. Y aún menos tus personajes.

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  7. Me encanta el primer párrafo, es realmente genial.

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