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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Qué buen día que hace, ¿no?



Desde la azotea, la sangre que formaba charcos en la calle me hizo pensar en amapolas. No en rosas ni claveles. Por alguna razón sólo pensé en el día en el que mi padre nos llevó a Ana y a mí al campo. Pensé en las amapolas que mancharon las manos de mi hermana y en su olor, que yo no capté en ningún momento. "No huele a nada". Ana se rió de mí. "Tú nunca lo pillas, Sam". Y tenía razón. Todos sus aromas me parecían el mismo, todos olían a flor. En el fondo siempre sentí que me había sido negada la capacidad de disfrutar de ellas, de las flores. Como si no pudiera apreciar la belleza aunque la tuviera debajo de mis narices.

Pero aquél día pensé en las amapolas y las asocié con el olor de la sangre. Desde la azotea. Desde mi refugio... Observé cómo se mataban los unos a los otros con un frío terror disfrazado de calma. Tenía el palo de golf en la mano, manchado de rojo-sangre-amapola. Goteaba en el suelo con un tranquilo drip, drip, drip...

Y fue sólo un segundo, pero me atravesó el hueco donde debería haber estado mi corazón con una fuerza impresionante. Fue una certera puñalada a La Nada de mi pecho que me dejó sin aire y me hizo mirar al cielo azul y blanco, a la luz dorada que lo bañaba todo como participando en la broma macabra que se llevaba a cabo más abajo en la tierra. "Hoy hace un día precioso y están todos muertos", pensé.

"Hoy hace un día precioso y estoy completamente solo".

Siempre pensé que el día del Fin estaría nublado. O lloviendo. O con niebla. Nadie espera un día bonito para una situación como ésta... Pero el tiempo tiene cosas más interesantes de las que ocuparse. A él le importa una mierda que los humanos tengamos un holocausto entre manos. El sol iba a salir igual, y eso me reconfortaba.

Pero el hecho de verlo solo era otra historia. Nunca había sido una persona muy sociable. Tenía demasiado carácter y muy mal temperamento. Mal genio. Me las arreglaba bien solo, pero... Aquello era distinto. Nunca antes había sentido esa clase de soledad. Se deslizaba bajo mi piel enfriándome todo el cuerpo, recordándome todas las personas que había perdido (y que en realidad nunca tuve) en el transcurso de las últimas horas. Rápido. Podríamos decir que todo había pasado muy rápido...

Y entonces, justo en el instante en el que ya me había colgado a mí mismo la medalla de "Último Ser Humano Sobre La Faz De La Tierra", la puerta de entrada a la azotea se abrió y volvió a cerrarse con un enérgico portazo. El chico se alejó de ella dando tumbos, jadeando y temblando. Miró hacia todas partes. Me miró a mí y dio un respingo, asustado. Cayó en la cuenta de que los dos seguíamos siendo humanos.

Le sostuve la mirada en silencio.

De repente, el chico sonrió.

- Me llamo Lucas y me sorprende seguir vivo - dijo.

Asentí.

- Me llamo Samuel y creo que hoy hace un día bonito.

5 comentarios:

  1. No sé si es escalofriante o fantástico. ¿Supongo que escalofriantemente fantástico?

    Es que los fines del mundo son mi debilidad. Y escribes tan jodidamente bien -hablando mal y pronto, que no me sale ahora mismo de otra manera- que al acabar de leer es un "ostia, pero si sigo delante de la pantalla".

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  2. Y yo Gin y me parece que hoy se dicen cosas muy interesantes.
    Sin duda alguna.
    Secundo a Zima, los futuros apocalípticos estimulan y enganchan. Solos. En toda la tierra.
    Oh. Sí. A saber por qué no habrá nadie más (o a lo mejor sí) o por qué ellos están solos (o a lo mejor no). Pero tiene que ser divertido leerlo.
    ¡SÍ!

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  3. Pues oye. Es que sí. Si hace un día bonito, hay que decirlo, claro que sí, que es lo que hay xDDD.
    Me encantan tus personajes, como escribes y... y todo en general <33

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  4. Duro. Tiene que ser... brutal, ver que hace un día bonito, y cuando miras abajo sea todo rojosangreamapola, y me quedo corta, seguro.
    Pero es que los holocaustos tienen ese no se qué que hace que no puedas apartar la vista, aunque quieras.

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  5. No sé, yo siempre he pensado que el fin del mundo queda mejor cuando el día es bonito, ya puestos a que al mundo se acabe, mejor que lo haga con la ironía desbordándose por las esquinas.
    Tengo una leve obsesión con los fines del mundo y con tus historias, espero que no me traiga problemas que se junten las dos cosas en una (:

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