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domingo, 13 de febrero de 2011

Samuel, sí

Reinó un incómodo silencio durante el cual Lucas y Natalia intercambiaron una mirada sombría. Supe lo que estaban pensando. Pensaban que si tuviéramos munición o más armas, la cosa sería diferente y podríamos ayudar a Loreto. Pensaban que era su deber hacer algo, así que iban a disculparse por no poder hacer nada. Y yo lo sabía. Y Loreto lo sabía.
Me miró, fingiendo que no estaba llorando. 
- Sam, por favor... Por favor, ven conmigo. Necesito que alguien se quede en el coche, sólo eso. Sólo tendrás que quedarte en el coche mientras yo saco a Abel de allí - me juró, desesperada -. Por favor.
- No podrás hacerlo tú sola - la contradijo Lucas -. Hay demasiados rodeándole, si esperamos hasta que se haga de día...
- ¡No tiene tanto tiempo! - gritó, furiosa, alejándose de él. Me cogió la mano, sorprendiéndome con su fiera mirada -. ¡Si no queréis ayudarme no lo hagáis, pero no os atreváis a decirme que no soy capaz de hacerlo sola! ¡Puedo entrar y sacarle de allí, soy más rápida que ninguno de vosotros!
- ¡Pero no tendrás tiempo de meterle en el coche, arrancar y llevártelo! - Natalia intentó hacerla entrar en razón -. Tienes que entenderlo. En el momento en el que Abel se metió allí, le perdimos...
- ¡No es más que un niño! - vociferó Loreto, apretándome la mano -. ¡No sabía lo que hacía, la culpa es mía! - se le saltaron las lágrimas, se golpeó el pecho con el puño cerrado -. ¡Es mi culpa, es mi culpa! ¡Le dejé solo! ¡Fue sólo un segundo, pero... Es culpa mía!
Nos callamos. Sólo se oía la respiración desbocada de Loreto, sus sollozos. Miré a Lucas con un nudo en la garganta. Él captó mi mirada y comprendió lo que estaba a punto de pasar. Negó con la cabeza, horrorizado, a punto de detenerme como fuera. Pero no le di la ocasión.
- Vamos.
Y mi voz sonó ronca y temblorosa, pero ella no pareció notarlo. Me apretó la mano y supe que era un idiota. Un idiota que iba a morir por impresionar a una chica... No, por impresionar a Loreto. Intenté sonreír, decir algo gracioso como "Salvar la vida de tu hermanito seguro que me concede el rango de amigo con derecho a roce, ¿no?", pero no pude. Tragué saliva y la miré. 
Loreto me sonrió entre lágrimas y me soltó la mano despacio. 
- Samuel, no - dijo Lucas, como si su palabra fuera ley.
- Oh, ya lo creo que sí - le miré, encontrando mi sonrisa más arrastrada, más agria -. Samuel, sí.

- Abel - jadeé. El niño me miró con sus enormes ojos azules asustados -. Sal de aquí. Corre por el pasillo... Sal por la puerta trasera.
- Me perseguirán.
- No, no lo harán. Yo correré hacia el otro lado y me los llevaré - esbocé una sonrisa cansada, señalándome el costado -. ¿Ves? Sangre. A ti te verán como a una aburrida lechuga y yo seré un suculento chuletón.
- Pero... Pero si estás herido no llegarás muy lejos - los ojos se le llenaron de lágrimas.
Porque hasta él, siendo sólo un niño, lo entendía. Entendía que no íbamos a salir de ahí los dos juntos. Entendía que la única oportunidad que tenía de volver a ver a su hermana, de quizá hacer un mate algún día, de darle la pulsera a Sofía y ganarle al parchís a Lucas, era que yo corriera, que hiciera ruido, que me llevara a las Pesadillas conmigo. Y como lo entendía y era más valiente que el resto de nosotros juntos, se mordió el labio y no lloró.
- Lo siento, Sam.
- No lo sientas, campeón. No va a pasarme nada - me miró, sin creérselo. Sonreí y me encogí de hombros -. Y si me pasa, pues mira, he vivido bien. Tengo veinte años. He viajado bastante... He conocido a mucha gente.
- Si te pasa algo, mi hermana no se lo perdonará nunca.
Le miré, callado.
- Eres demasiado enano como para hablar así, ¿lo sabías? - le hice una mueca. Me levanté con esfuerzo, apoyándome en la pared -. Ahora, manos a la obra, chaval, que no tengo todo el día.
- ¿Por qué lo haces?
Cómo no. No podía dejarlo estar. No podía aceptar que hasta el cabrón más cabrón del mundo podía tener un día bueno. Los niños son así, con sus porqués. Le miré y estuve a punto de soltarle una bordería, pero me mordí la lengua a tiempo. Abel necesitaba saber por qué lo hacía... Y que no era culpa suya.
- Porque tu hermana está muy buena, mequetrefe.
Arrugó la nariz, sorprendido.
- Puaj.
- Cosas de mayores.
- Qué asco.
- Verás como cuando tengas mi edad y conozcas a una chica como tu hermana no dices eso.
- ¿Qué diré?
- Dirás... Dirás: "¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este, bombón?"
- No me gustan los bombones.
- Ah, pero a ellas sí. 





FELICIDADES ES POCO, SALMÓN.
(Si quisiera escribir una historia buena de verdad, te pondría a ti al frente.
Pero qué orgullosa estoy de ti, ¡demonios! >///<)

7 comentarios:

  1. La historia de todos estos, Samuel (oh Samuel, eres un limón demasiado dulce), Loreto, Lucas... es demasiado triste, demasiado impresionante y demasiado triste, joder.
    Joder.

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  2. Oh, joder. ¿Como puede ser así de jodidamente genial hasta en el fin del mundo? Estando a punto de morir.
    "Un idiota que iba a morir por impresionar a una chica"
    La historia está llena de esos idiotas. Pero dime que él no la llenará más. Que, aunque solo sea por joder, sale vivo. Solo por joder.

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  3. Simplemente: adoro tu Fin del Mundo. Mucho, mucho.
    Tiene un aire más apagado que el resto de las historias, pero sigue con la dosis de humor que no falla nunca. Es una Buena Combinación, y los personajes me tienen encantada.

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  4. ... es que con la historia de Samuel nunca sé qué decir. Porque este tipo de decadencias me encantan y las odio al mismo tiempo.

    Las cosas con un futuro tan negro, negrísimo, me tocan algo dentro. Es... agridulce, y me suena haberlo dicho más veces.

    Me ha encantado cada una de las partes, para qué vamos a engañarnos y a citar xD

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  5. Es que a mi Samuel me encanta. Si Loreto no lo quiere, puedo quedármelo yo xDDDD (Si pudiese llevarme este trozo a favoritos el blogger de alguna manera, sería genial, joder, porque mola <3)

    "Cómo no. No podía dejarlo estar. No podía aceptar que hasta el cabrón más cabrón del mundo podía tener un día bueno. Los niños son así, con sus porqués."

    *_*

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  6. "Porque tu hermana está muy buena, mequetrefe."

    ¿Qué quieres que te diga?
    El "Samuel, sí", me dolió físicamente. Maldición, Sam es un fanfarrón demasiado bueno. Así no vale.
    Dime, si no sale de ahí con vida (sólo por joder, como dice Bullet), ¿tú me pagarás el terapeuta?

    Sí, Abel es un sol, pero Sam es la luna que se lleva todas las pesadillas. La vida es así, supongo.

    Joder. (bis)

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  7. Me encanta, la respuesta final, pero a ellas sí; todo el diálogo con Sam es fantástico. Ya tengo los dedos cruzados para que no se muera.

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