Se abre el telón y aparecen dos personas que se odian a más no poder compartiendo un paraguas. Ambos miran la cuenca prácticamente vacía del río. Ya ha dejado de llover, pero el cielo sigue nublado y ninguno de los dos se fía lo suficiente como para salir del paraguas. El que lo sostiene parece mayor. Es más alto. Llega una gabardina negra y un sombrero, como sacado de una película de detectives en blanco y negro. El otro, un poco más bajo, lleva una cazadora de cuero raída y debajo sólo su piel helada, recubriendo huesos que también parecen irradiar frío. Sin embargo, no da muestras de malestar. Tiene los ojos grises fijos en sus botas gastadas.
- ¿Aceptas el trabajo? - pregunta el más alto.
Os diré que su nombre era Zarat. Diminutivo de Zaratustra. Su padre estudió filosofía y tenía un pésimo sentido del humor.
El otro, el que gastaba poco en ropa, no tenía nombre fijo. En esos momentos respondía a Ashton, pero hacía sólo un par de días había sido visto por los suburbios diciendo ser Natt. Los jueves por la tarde se llamaba Gerry y los sábados Elijah. Quizá su nombre dependía sólo y exclusivamente de la persona con la que estaba hablando en cada momento. Quizá.
- ¿Cuándo pasó? - preguntó.
Tenía la voz ronca y profunda, un poco cansada. Hacía juego con sus ojos.
- Hace dos semanas - respondió Zarat.
- ¿Y habéis esperado todo ese tiempo antes de decírmelo?
- Sí. Yo no te lo habría dicho nunca, esto es cosa del jefe. Él cree que eres el único capaz de hacer algo - la voz del hombre no dejaba ver ni una décima parte de su rabia. Zarat no era fan de acatar órdenes que creía estúpidas.
- ¿Por qué? - escupió Ashton, frunciendo el ceño y metiéndose las manos en los bolsillos.
Había empezado a llover otra vez y no se sentía nada cómodo. Pensaba en su casa, en el pequeño apartamento que más bien era un nido de ratas, y la echó de menos. Se había dejado una botella de vodka en la nevera y creía que todavía quedaba un poco. No quería pensar en Zarat y sus ofertas, ni en lo que le había traído hasta allí para pedirle ayuda. No quería pensar. Sólo quería comprobar si de verdad quedaba algo en la botella.
- Porque fuiste el único que la quiso.
Ashton cerró los ojos un momento. Se había imaginado esa respuesta.
Lo peor, lo que más lo envenenaba por dentro y lo reconcomía, era que estaba seguro de que era la verdad.
- Que eso lo diga su propio padre es muy retorcido.
- El jefe sabe lo que se hace. Quiere que te encargues tú, que lo arregles.
- ¿Arreglarlo? - Ashton rió -. Si Bessetta ya está muerta hay poco que arreglar. Nada de lo que yo pueda hacer la traerá de vuelta. Habéis tardado mucho en pedirme ayuda - susurró.
Zarat le miró. Tenía los ojos oscuros, duros como pedruscos.
- Ya veremos. Te lo preguntaré una última vez, bastardo. ¿Aceptas el trabajo?
Se cierra el telón y, cuando vuelve abrirse, vemos a un chico que tiene frío solo mientras el mundo llueve sobre él. Acaba de tomar una decisión por primera vez en mucho tiempo, y ha elegido echarle una mano al padre de Bessetta, la persona a la que más odia en el mundo, jefe de Zarat y de un millón de ratas peores que él. ¿Por qué?
¿Cómo se llama la película?
(Y esto es porque quería escribir una historia para Gris -que viene a ser Ashton-.
Y claro que tenía que estar lloviendo. Tenía que venirle a medida. Tenía que gustarle el vodka).
No sé como se llama la película. Pero sé que aun la quiere. O al menos le queda un resquicio de cuando lo hizo. Pero dudo que alguien como él haga algo porque sí. Sin motivo.
ResponderEliminar¡Dos tíos y un problema! Aunque al principio había pensado en "dos detectives y un problema", dado que estaba firmemente convencida de que eran detectives. Sólo que a uno le faltaba la pipa en la boca o en su defecto, estar fumando.
ResponderEliminarY la verdad, ese "¿arreglarlo?" me ha gustado mucho. No me preguntes por qué. Suena a cosas rotas que no se pueden coser y aún sabiéndolo, de la existencia de idiotas que lo intentarán. ¡Mola mucho! *_* El mundo sin esos "idiotas" no tendría tanta emoción.
(Si le gusta el vodka, es de los míos)
ResponderEliminarEstoy con Bullet, la quiere. Y va a arreglarlo, no sé cómo, pero lo hará y será digno de contarse (como todo lo que nos cuentas normalmente).
Me gustan Zarat y el pésimo sentido del humor de su padre.
ResponderEliminar¿Cómo se llama?
Corren tiempos difíciles para los pensadores de títulos. (Y que Jeunet no me denuncie por tergiversar su guión)