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sábado, 4 de junio de 2011

Siempre quise una razón para morir como una heroína. No sé, quizá un alguien. O un algo. Creo que incluso habría sido capaz de sacrificarme por nada.
Pero entonces conocí a Duma. Que no era nadie, que no era absolutamente nada.
Y pensé que ya estaba bien de historias sobre héroes que se dejan la piel en salvar a un mundo que no se lo va a agradecer nunca. Ya estaba bien de fingir altruismo. Ya estaba bien... Así que me subí en su coche, Jo, y le dejé que condujera. No le pedí que me llevase a algún sitio en concreto.
Todos sabemos que lo que importa es el viaje y no el destino.

Así que, como Duma era un arma de destrucción masiva, teníamos a medio ejército pisándonos los talones. Corrimos. No, qué digo correr: volamos. Nos aprovechamos de la ignorancia de la gente, que no espera que el diablo lleve gafas de sol o vaya acompañado de una chica con nombre de coche y conduzca un coche con nombre de chica.
Y nos salió bien... Los primeros miles de kilómetros.



5 comentarios:

  1. Yo también quiero volar con Duma. He dicho.
    (Eso es todo lo que tengo que decir. Básicamente porque para el resto no se me ocurre nada.)

    Ah, bueno. Y que Mustang me gusta. Pero no por su nombre, no. Su nombre solo me vuelve loca.

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  2. Miles de kilómetros son muchos kilómetros (Pero son más que mejores si se hacen con una chica con nombre de auto y un auto con nombre de chica).
    Me gusta mucho Duma.

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  3. Y a esperar que la carretera no se acabe nunca y que el ejército muerda el polvo...
    Si no te fías de una chica con nombre de coche, ¿de quién vas a fiarte?

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  4. ¿Y qué quieres que te diga?
    Mustang era una heroína, aunque no se lo trague ni ella. Precisamente porque Duma es nada ni nadie. (¿O es al revés?)

    Si no quieres que te deje comentarios estúpidos, para de una vez de dejarme sin palabras.
    No, mejor olvídalo.

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  5. Miles de kilómetros deberían valer un tiempo. (Aunque sea para mirar con cara de lela a Dumas mientras ellos se acercan... espera, eso lo haría yo...)

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