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miércoles, 16 de noviembre de 2011

Quiero ese beso, Logan

¿Cuántas guerras pueden librarse sin perder la cabeza? ¿Cuántas heridas se curan sin dejar cicatriz? ¿Cuántas veces temió Abby que algo peor que morir sucediera? Ya lo tenía, allí estaba. Algo peor que perderle: que se perdiera a sí mismo.
Logan había enterrado la cabeza entre los brazos, sentado en un rincón de la habitación como si necesitara sentir que las paredes estaba allí para sujetarle. Aunque sabía que tenía visita, no dio señales de haberse dado cuenta. 
Abby tenía un nudo en la garganta. No se atrevía a tragar saliva, por si al deshacerlo se convertía en lágrimas. 
- Estoy aquí - dijo.
Él se encogió un poco más.
- Tu voz. Suena a hueco. Suena a silencio. Siempre has sabido hablar sin decir nada. Farsante, trampa. Suenas hueca.
Abby acusó el golpe, asintiendo en silencio. Cerró un momento los ojos y sintió una lágrima rodar por su mejilla. Se la secó y, respirando hondo, se acercó a Logan hasta poder sentarse a su lado, con cuidado de no estar demasiado cerca.
- Quizá es que estoy hueca - le dio la razón.
- Lo he destrozado todo. Yo... Lo he roto. ¡Lo he roto! - su grito resonó en la habitación, desgarrado -. Me están cazando. Los veo. Saben que los veo, saben que lo sé... Por eso. Me harán daño. Me arrancarán el corazón mientras duermo. A mordiscos. Cada vez que cierro los ojos, se abalanzan sobre mí como...
- ¿Por eso llevas tanto sin dormir? ¿Por las pesadillas?
Logan dejó escapar una amarga carcajada. Alzó la cabeza. Tenía los ojos rojos, llorosos, febriles y extrañamente fieros.
- ¿Pesadillas? Yo tengo monstruos. 
Abby le sostuvo la mirada.
- Puedo quedarme contigo.
- Tú eres el peor monstruo que tengo.
- ...No digas eso.
Él sonrió. Una sonrisa resquebrajada y rota. Una sonrisa que no auguraba nada bueno.
-¿Por qué no? Es la verdad. Te quería y moriste. Me recuperé aunque pensé que nunca lo haría. Y entonces regresaste, pero no eras la misma. Mentirosa. Eres una mentirosa. Habrías dicho cualquier cosa con tal de que yo...
- Te quería, Logan - Abby rechinó los dientes, incapaz de jugar la carta de la paciencia por más tiempo -. Te quería hasta el punto de arriesgarlo todo por ti. Te hice daño porque era la única forma para salvarnos. Volvería a hacerlo.
- Mientes. Mientes. Mentirosa.
El silencio cayó sobre la celda. Se alargó tanto que pareció que nunca iba a decirse nada más. Abby entendió hasta qué punto habían roto a Logan y tuvo ganas de llorar de verdad, como nunca lo había hecho. Nada de lágrimas silenciosas: quería gritar. Quería vengarse, pero no quedaba nadie. Habían ganado. Ya estaba. No podía jugar a la venganza sola.
No podía arreglar a Logan. 
Así que daba igual lo que dijera. 
- Cuando estaba en Fortaleza, eras lo único que me mantenía cuerda. Me agarraba a ti como a un clavo ardiendo, aunque a veces no podía recordar quién eras. Pero sabía... Sabía que estabas ahí. Sabía que tenía un sitio al que volver. Ya no estás - contuvo un sollozo. Tenía que terminar -. Haría cualquier cosa... Cualquier cosa, para traerte de vuelta. ¡Lo que sea!  Quiero que vuelvas - se secó las lágrimas, intentando contener la rabia -. ¡Vuelve! Porque si no lo haces, no sé qué voy a hacer. No sé qué va a pasar. Necesito que sigas siendo mi clavo, necesito que me quemes las manos. Sólo quiero... Quiero que vuelvas a llamarme "pelirroja". Quiero que me mires como antes, quiero volver a pelearme contigo... Quiero ese beso, Logan. 
Y, de nuevo, el silencio se hizo cargo de la situación. Ralentizó los desbocados latidos del corazón de la heroína y rodeó al chico que la miraba con una expresión extraña en los ojos oscuros. El silencio se convirtió en un poco de tiempo, en una pausa. En un momento para que el mundo entero cruzara los dedos, se echara hacia delante en el asiento y susurrara "¡Bésala!". Fue un segundo para que las esperanzas que se había perdido volvieran al escenario y saludaran, agachando la cabeza, disculpándose por su ausencia.
Pero el tiempo nunca se queda. Siempre pasa de largo. Siempre sigue adelante.
Los labios partidos de Logan volvieron a esbozar una sonrisa...
Mentira.
...Y su voz rota volvió a hacer trizas a Abby Rhyback.

5 comentarios:

  1. AGGGGGGGGGGGGGGGGH.

    Y eso ha sido lo más lúcido que se me ha ocurrido tras terminar de leer. (El resto consistía en gruñidos varios, y en un "voy a matarte, voy a matarte, que no se acabe, que no se acabe...").
    Las cosas siempre se arreglan. (A pesar de ese final desgarrador, SÍ, SE ARREGLAN. YO SOY FELIZ PENSÁNDOLO). Y Logan tiene motivos para encontrarse. (Que si no es él, ¿quién va a pelear por las causas perdidas?)

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  2. Me has matado, y punto.
    (Yo que era de las que envidiaban a Abby Rhyback).

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  3. Esta es una de esas escenas que lees una y otra vez. Y nunca te cansan. Porque te atrapa. Porque es... es... joder, porque son Logan y Abby. Porque Logan tiene que arreglarse. Porque claro que debería haberla besado. Porque Abby está muy rota.
    Y porque sí. Que narices. Porque sí. Porque merece la pena y punto.

    No sé qué va a pasar. Necesito que sigas siendo mi clavo, necesito que me quemes las manos.

    Y yo que pensaba que no podía enamorarme más de esta historia. O de una de tus frases. A veces soy muy ilusa, ¿eh, Eureka? Porque estaba claro que sí que podía y, con eso, lo has demostrado.


    (Un pequeño fallito: como si necesitara sentir que las paredes estaba allí ¿Te falta una n en el estaban o me lo parece a mí? (;)

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  4. Nada mal. Vale, venga, está genial. Y el nombre de Logan me gusta mucho. He dicho.

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