S i l a e s p a d a d e D a m o c l e s c a y e r a s o b r e m i c a b e z a ,
s e a b o l l a r í a .



miércoles, 22 de mayo de 2013

Ya no le tengo miedo a las tormentas

A Natalia no se le había olvidado que le tenía un miedo horrible a las tormentas. Lo recordaba perfectamente, pero había dejado de importarle. Miraba el cielo ceniciento fijamente, escuchaba el rugido de los truenos. De pequeña, le gustaba pensar que había dragones en las nubes. Les enfurecía la lluvia, así que rugían y dejaban escapar rayos y relámpagos de entre sus fauces... Pensar en monstruos la tranquilizaba hasta que la tormenta pasaba.
Pero ahora, los monstruos eran reales y no vivían entre nubes. ¿Qué más daba una tormenta? 
Cuando Lucas abrió la puerta de la azotea y la encontró allí, debajo del chaparrón, calada hasta los huesos, le gritó que entrara. Natalia le miró. No oía nada, sólo veía los labios del cazador moverse. Tuvo ganas de reírse, así que lo hizo. Truenos, relámpagos, rayos, lluvia, nubes y dragones le impedían oír la voz de Lucas. 
Sentía la ropa pegada a la piel. Cuando la risa se transformó en llanto, las lágrimas se mezclaron con las gotas de lluvia, y sus sollozos se los tragaron los truenos. 

Tengo tanto miedo. 

Lucas la abrazó. El rugido del viento debió haber ahogado las palabras que susurró en su oído, pero Natalia pudo oírlas. 
-Todo va a salir bien.
Valiente mentiroso. ¿No ves que nada puede salir bien? Los dragones rugen más que nunca y ya no le tengo miedo a las tormentas. No hay nadie, no hay nada, no tenemos más que papeles en blanco y un montón de historias tristes que contarnos. Nunca habrá nada más que lo que hay ahora. 

1 comentario:

  1. Ese momento en que deja de importarte el miedo es horroroso y fantástico. Soy adicta a esas cosas.

    ResponderEliminar