Verdad a medias

... Dirán que pudo destruir imperios pero creyó que el trabajo le iba pequeño. Dirán que era valiente, a su estúpida y arriesgada manera. Dirán que tenía llamas por pelo y que sus ojos estaban hechos de carbón. Dirán que lo dio todo y no consiguió nada, que luchó sin pensar en las consecuencias, que nadie sabía realmente qué era lo que se proponía. Dirán que, quizá, en el fondo sólo quería ser una leyenda. 

Pero hay algo que no te dirán jamás de Abby Rhyback.

No te dirán que le daban asco las nueces porque le recordaban a cerebros en miniatura. No te dirán que dormía siempre boca arriba o que la oscuridad la reconfortaba. No te dirán que tenía un pánico terrible a las alturas. No te dirán tantas cosas... Se quedarán con la leyenda, con la cara épica de la historia. Te narrarán cada momento en el que la joven estúpida fue estúpidamente valiente como si hubiera estado allí para verlo. Y les creerás. Les creerás porque es la verdad a medias, y una verdad a medias llena de heroísmo es mejor que saber la verdad completa.

Nadie va a mirarte a los ojos y a decirte "oye, mira, en el fondo, Abby sólo era una chica. Lloraba. Tenía momentos bajos. Suplicó por su vida el día que la mataron. Era humana, así que tenía miedo, y un lado nada heroico que no mereció la pena salvar".

Pero yo no soy ellos. Yo puedo contarte esa parte de la historia. En parte porque estuve allí para verla, y en parte porque Abby no era mi heroína. Era mi amiga. La única que tenía.