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jueves, 17 de junio de 2010



Los desastres no ocurren de repente. No se desencadena todo en un instante ni pasa sin explicación.

Empieza poco a poco, despacio. Un pequeño error se alía con otro y juntos ya son un fallo más fuerte. Así, lentamente, se va formando la montaña. Y cada vez que la mencionas tienes que ser capaz de nombrar también a todos los granos de arena que la ayudaron a crecer tanto. Tienes que saberte sus nombres, porque ésos son tus errores y tú los has cometido. Nadie puede conocerlos mejor.

Pero, para cuando tengas que pararte a pensar en todo lo que ha salido mal, ya será tarde. No valdrá la pena sentirte mal por ello, porque lo más gracioso de los desastres es que a veces nadie tiene la culpa. Pasan. Porque somos humanos y nos equivocamos, los desastres pasan. No puedes evitarlo de la misma forma que no puedes dejar de respirar a voluntad.

Lo único que puedes hacer es acordarte de cómo añadiste cada grano de arena, cada piedra.
Y quizá así puedas superarlo y seguir adelante.


3 comentarios:

  1. Me gusta la reflxión, señorita. Sobretodo aquello de los desastres pasan.

    Menos mal :P

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  2. Menos mal que pasan porque pasan... Se perderían cosas buenas sin alguna clase de desastres (aunque cuesta pensarlo así)

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  3. A veces, uno se pierde entre tanto granito.
    Pasan. Y nadie tiene la culpa.
    o pasan y alguien la tiene.
    ...
    Desastres...

    p.d. Alice puede pensar que un "nada" es un desastre si quiere, pero yo sé que no...

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