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martes, 26 de octubre de 2010

No manda en mi cabeza

Letto miró la cochambrosa casucha y se imaginó que era un castillo. No era difícil. No le gustaba la televisión y se había criado entre libros, empachándose de historias y vidas ajenas, así que podía imaginar mucho y muy bien. Era uno de sus grandes dones, después del de matar con un arte sólo comparable al del uso del cincel por parte de Miguel Ángel.

En realidad, se merecía una castillo de verdad. Curraba mucho. Descansaba poco y siempre que volvía a casa tenía cosas que hacer. Ayudaba a Vent con las matemáticas y a Sofy con la sintaxis. Daba de cenar a los pequeños Milo y Dyn y luego les leía el cuento del patito feo en la cama. Y, a veces, sólo si ella estaba de humor, hablaba con Lynn para ver qué tal le había ido el día.

¿Sabéis...? A simple vista, nadie creería que Letto tenía una especie de guardería en casa. Más que nada porque su especialidad era matar gente, no cuidar de gente (en miniatura). Pero los niños eran su secreta debilidad. Y se avergonzaba de ello hasta el punto de haberse cargado a un compañero de profesión cuando la siguió a casa e hizo el Gran Descubrimiento. "¿Qué haces con esas putos críos?". Pobre Mike. Era buen mercenario, muy profesional. Letto lo mató desde el respeto.

Y lo enterró en el jardín trasero. Cerca del columpio oxidado, a dos pasos de la boca de riego que nunca había funcionado.

Justo donde Sofy estaba sentada con los carrillos en las manos y los codos en las rodillas. Al ver a Letto levantó la vista.

-Hola...
-Hola. ¿Qué haces aquí fuera?
-He roto un plato. Lynn me ha dicho que piense en lo que he hecho -frunció el ceño-. Pero ella no manda en mi cabeza. Estoy pensando en dinosaurios.
-Oh -Letto se agachó junto a ella-. ¿Carnívoros o herbívoros?
-¿Eh...?
-Que si comen carne o plantas -explicó la asesina con un asomo de sonrisa.
-Comen espaguetis.
-Son de los nuestros -asintió Letto.

A Letto le gustaba mucho Sofy. Era una superviviente, como ella, y tampoco le gustaba ver la televisión. Siempre se relajaba mucho hablando con la pequeña de siete años, asombrándose con lo lista que era y lo fácil que era colarse en su pequeño y frágil mundo. Letto podría haberlo hecho pedazos con un par de frases, quizá recordándole el día en el que se habían conocido. Pero no lo iba a hacer. Nunca. Por nada del mundo. Porque Sofy le gustaba y no le apetecía verla llorar.

La llevó adentro, asegurándole que Lynn no iba a regañarla más. Cuando entraron en la pequeña cocina, la chica de pelo rojizo que fregaba los platos les echó una mirada como si estuviera tentada de mandarlas a ambas a la porra. Letto sonrió un poco para sí misma. Lynn siempre estaba de mal humor.

-¿A cuántos te has cargado esta noche? -preguntó ácidamente, secando unos platos.
-A cero. Kasdan me encontró -respondió Letto.

Sofy le apretó la mano de repente y Lynn dejó la vajilla en paz. Letto sintió la mirada preocupada de sus dos protegidas sobre ella.

-¿Te ha hecho daño? -preguntó la pelirroja. Aunque con quince años era la mayor, también era la que se asustaba con más facilidad.
-No -Letto negó suavemente con la cabeza, sentando a Sofy en una silla libre-. Gané la pelea.
-¿Lo mataste?
-Ya te he dicho que hoy no he matado a nadie.

Sofy tiró de la manga de su abrigo impermeable.

-¿El tío Oliver ha mandado a Kasdan a por ti? ¿Para que vuelvas?
-No. Quieren matarme.
-Oh, vaya. Creen que pueden -Lynn intentó reírse, nerviosa-. Pero, Letto... No lo entiendo. Kasdan nunca... ¿Cómo es que estás viva?
-Lo de hoy ha sido un aviso. Además, no estaba muy centrado. No ha contado.
-Así que te cazan a partir de mañana.
-Así que me cazan a partir de mañana, sí.

Las tres se quedaron calladas. Lynn miraba fijamente a Letto con una expresión dura en su cara morena mientras la asesina se quitaba el abrigo y la bufanda y los dejaba tirados en una silla cercana. La mirada de Sofy, que había dejado de pensar en dinosaurios para pensar en Kasdan y en Oliver, vagaba de su eterna castigadora a su madre suplente. Finalmente, recordó algo que había dicho Vent y que siempre parecía surtir efecto en situaciones así.

-Serán hijos de puta.

Bueno. Surtir, surtió efecto. Lynn la miró, lívida, y empezó a gritarle mientras Letto disimulaba una suave carcajada con una tos.

-¡Lo ha dicho Vent antes que yo, lo ha dicho Vent antes que yo!
-¡Nunca repitas lo que Vent diga! ¡Jamás! ¡Sólo dice... estupideces y cosas que no son propias de personas bien educadas!
-Pero Vent no quiere ser bien educado, quiere ser astronauta.
-Acabáramos -suspiró Lynn.

Sofy prometió no volver nunca a citar a su favorito no-hermano mayor.
Lynn juró ajustar cuentas con Vent en el momento en el que el chico pusiera un pie fuera de la cama.
Y Letto se fue a dormir.


6 comentarios:

  1. Adoro a los críos. Y esta familia improvisada me ha hecho gracia de verdad.

    Así que, coincido con el pequeño astronauta y la pensadora de dinosaurios en el tema de cazando-a-Letto: serán hijos de puta.

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  2. A una casa como esa debe dar gusto volver al final del día.
    Esos niños serían capaz de poner de rodillas a cualquiera, jaja.
    Me encanta.

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  3. ¡Serán hijos de puta!

    Ay, los críos cuando no me dan la vara a mí me encantan. Los achucharía y todo, jo ^^. Además, que los dinosaurios comedores de pasta es una idea brillante para Jurasic Park, ¡y el astronauta!

    Qué grande (los niños y tú, ya sabes)

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  4. Hahahhaa me encantan tus entradas. Pero si seran hijos de puta, amo tus personajes.

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  5. Me encantan esos críos, bueno, me encantan los críos pero esos me han enamorado. Son increíbles, sobretodo para vivir en una especie de familia improvisada.
    Pero bueno, no estoy muy en mis cabales con la fiebre así que me quedo con decirte que una entrada fantástica, como siempre (:

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  6. "-Pero Vent no quiere ser bien educado, quiere ser astronauta."

    Ay, que me da. Que niña mas mona mona mona mona mona mona mona mona mona (x1000) le cogería de los mofletes y la achucharía (me parezco a mi abuela, dios >_>)

    Me encanta como escribes! *///*!

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