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martes, 19 de octubre de 2010

Podrías




Anoche tuve un sueño. Es muy raro soñar cuando eres un pez. Siempre me equivoco y pienso que todo es verdad. Verdad... Curiosa palabra. Verdad. Algo muy verde. Algo muy... Hum. Verdad.

Aaron dice que la verdad es relativa. Yo no sé qué es relativo. Hay cosas que son y cosas que no son. Yo soy. Mis sueños también son. Debería dejar de pensar tanto, o me dolerá la cabeza... Y no hay peor que una pececita roja meditabunda y con dolor de cabeza.

El caso es que estaba tumbada en la hierba. El sol me calentaba. Me agobié un poco, pensando que no podía respirar, pero entonces me di cuenta de que estaba bien. Mi nariz y mi boca hacían todo el trabajo. Eché de menos mis aletas, y mis branquias... Mis escamas. Pero al rededor de mis hombros estaba ese pelo tan rojo y tan largo, así que me sentí como en casa.

-¿Qué haces?

Aaron apareció de repente a mi lado. Sonreí, mirándole, y luego volví a contemplar las nubes.

-Dibujo cosas en el cielo.

Mi voz... ¡Mi voz! Ah, qué bonita era. Me encantó. Si hubiera tenido que elegir una voz para mí, hubiera cogido ésa. Era suave y animada al mismo tiempo, como... Como... Como un diente de león. Los vi en la tele. Cuando sopla aire se deshacen y bailan el vals. Pues así era mi voz, como un diente de león. La de Aaron seguía siendo profunda.

-Burbujas -continué-. Parecen fáciles de dibujar, pero... Cada una es un mundo -se quedó callado-. Tú no lo entenderías.
-Quizá -esbozó una sonrisa.

Hum...

-¿Qué te pasa?
-No lo sé -susurró.
-¿Quién lo sabe, entonces? Yo no. De verdad. Por eso he preguntado.
-Hablas muchísimo.
-Sí, pero la mayor parte del tiempo no me puedes oír.

Suspiró. Cosa rara, los suspiros. Parecen banderas blancas de rendición. ¿Había derrotado a Aaron? Así, tan fácil...

-¿Por qué tienes que ser un pez, Ariel?

Me lo pensé. ¿Por qué tenía que ser un pez...? Bueno, no lo elegí. ¿Se pueden elegir esas cosas? Si es así yo debía estar distraída cuando me tocó... Pero ser como soy tiene ventajas. El agua es cálida. No es comparable a sentir es sol en la piel, pero no está nada mal, oye. Y soy bonita. Como pez. No estoy acostumbrada a tener piernas, no sabría qué hacer con ellas.

-¿Por qué tendría que ser distinta? -le devolví el golpe.
-A veces me gustaría vivir en tu pecera.
-Podrías -le sonreí-. Pero acabarías ahogándote... A mí también me gustaría vivir en tu habitación.
-Podrías, pero acabarías ahogándote.

Nos quedamos callados, finalizado el intercambio de obviedades. Las cosas simples son las peores. Por más que les des vueltas no hay modo de verlas de otra forma. Qué cansinas son. Si yo fuera una cosa simple... Me gustaría ser un lápiz. Me gustaría que Aaron me cogiera y escribiera cosas no-simples conmigo. Qué lápiz más chulo sería yo.

Eso fue lo que pensé antes de que mi dueño y señor me cogiera la mano. La suya era grande y estaba caliente. Me sentí pequeña y fría de repente.

Y ser un pez dejó de parecerme tan fantástico.

Pues con ésas me he despertado esta mañana. Cuando me ha echado de comer Aaron me ha mirado un segundo, y luego se ha ido a desayunar a alguna parte fuera de mi territorio. Me he puesto un poco triste al ver que no se acordaba de nada.

Pero es que no había nada que recordar, ¿no? Ése es el misterio de la no-verdad. Es y no es.
¡Ah! ¡Quizá eso sea relativo!

...Pues me está tocando las branquias.

4 comentarios:

  1. Me encanta leer cosas de estos dos, siempre me deja con ganas de más y más y má... Nunca sé por donde irá la cosa,xD

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  2. Ariel me arranca sonrisas como si fueran briznas de yerba, una detrás de otra o a puñados. Pero cada vez que leo sobre ella alguna arranca, como sea.
    Esta historia es tan... lovely(nomesaleotrapalabra) que me tiene enamoradita.

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  3. Jo, Ariel siempre me arranca algo que está a medio camino entre la alegría y la tristeza. Muy lindo.

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  4. A mí también me toca las branquias (aunque no las tenga). Jo, Aaron espabila, tío, que tienes una pacecita muy mona xD.
    En serio, Ariel es genial ^^

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