S i l a e s p a d a d e D a m o c l e s c a y e r a s o b r e m i c a b e z a ,
s e a b o l l a r í a .



jueves, 11 de noviembre de 2010


Recuerdo mi primer día de clase como si hubiera sido ayer. Todos los niños, asustados y desvalidos sin su madre cerca, se sentaron en un círculo en el suelo del aula. Olía a plastilina, a lápices de cera y a libros nuevos. La profesora estaba sentada en el centro, sonriéndonos a todos con un gesto afable que parecía decir “no tenéis ni idea de cuánto me pagan por esto, mocosos”.

Empezamos por decir qué queríamos ser de mayores.

- Bombero, como mi papá.

- ¡Bailarina!

- Policía, aunque… ¿Astronauta…?

- ¡Jubilado, como el abuelo!

Y yo empecé a resaltar. Como más tarde le describiría la profesora a mi padre, la miré con la seriedad propia de un adulto, arrugando la nariz, como asqueada por lo banal del ejercicio. Cuando insistió, suspiré, dejándola por imposible, y respondí con una franqueza transparente.

- De mayor, dominaré el mundo.

Iba en serio. No era una de esas estúpidas aspiraciones, comunes, pasadas, como ser médico, piloto, policía o astronauta. Yo quería ser algo grande y creí que el hecho de saberlo a tan temprana edad favorecería el correcto cumplimiento de mis objetivos. Costara lo que costase: el mundo iba a ser mío.

Cuando mi padre recibió la noticia de la inquieta profesora, se limitó a venir, sin decir nada hasta que salimos del colegio. No me cogía la mano, simplemente caminaba a mi lado, ensombreciéndome con su poderosa estatura.

- Stella – me llamó.

- ¿Sí?

- Bien hecho, pequeña.

Ah… Me revolvió el pelo con una mano que me pareció gigantesca. Recuerdo que el corazón me dio un vuelco de júbilo. Mi padre no era muy dado a las muestras de cariño, así que aquella me inundó de una felicidad tranquila y serena durante bastante tiempo. Además, había sido elogiada. ¿Lo veis? Desde el primer día de colegio, mi trabajo empezó a dar sus frutos.

Motivada, redoblé mis esfuerzos para convertirme en la Emperatriz del Mal. Al principio, todo fue a pequeña escala; no en vano era aún una niña. Mantener mi territorio en los recreos, dejarle claro a los pequeños quién mandaba y luchar encarnizadamente con los mayores por el poder se convirtieron en mis quehaceres. Mientras, las demás niñas jugaban a las princesas que eran cruelmente secuestradas por la temible Stella, encerradas en el gimnasio y, a excepción de un caso extraordinario, jamás rescatadas por príncipe alguno.

- ¡Stella, déjame salir…! ¡O no te invitaré a mi cumpleaños!

Ah, el intento de soborno. El dulce néctar del chantaje. La desesperación… ¡Qué delicia!

- No celebrarás nada. Morirás entre balones medicinales.

- ¡No, por favor…!

- ¡Sí! ¡Y grita todo lo que quieras, que los profesores están en la cafetería y nadie vendrá a salvarte!

Vale. Mi culpa. No debí haber dicho eso, lo sé. En el Manual del Terrible Villano lo dice bien claro: nunca decir nunca. Es decir, que no hay que ir y soltarle a tu víctima que no va a ser rescatada bajo ningún concepto. ¿Que por qué? Muy sencillo: porque Murphy está siempre del lado de los buenos. Es una terrible injusticia que estoy en aras de corregir, pero en aquél momento mis recursos eran escasos y, sinceramente, aún no me había leído el Manual. Así que lo dije… y él apareció.

Thomas. Mi archienemigo de la era primaria. Apuesto, descarado, temerario, más alto que yo y absurdamente valiente. Un asco de tío. Se plantó delante de mí con las piernas separadas y los brazos en jarras, adoptando la clásica pose del héroe listo para el combate. Lo taladré con la mirada, entrecerrando los ojos.

- ¡Tú! – siseé.

- ¡Suelta a la chica, Stella!

- ¡Jamás!

- ¡Pues yo haré justicia!

- ¡A por él, mis secuaces! – entoné, extendiendo una mano al frente, ordenando el ataque.

El gesto me quedó precioso. De verdad: fue puro arte, demoníaca poesía en movimiento. Pero en aquella época, mis secuaces se reducían a uno, y no muy bueno. Ni siquiera recuerdo su nombre… Sólo sé que me hacía caso porque me burlé cruelmente de su afición por la colección de caballitos de My Little Poney. Además, tenía secuestrado a Arco Iris, la joya de su… ¿a un grupo de caballos se le llama manada?

Thomas barrió a My Little Poney sin ningún esfuerzo. Mi cómplice y subordinado huyó a los lavabos y yo me quedé sola ante el caballero andante. Era el momento perfecto para una huida en medio de una granada de humo, pero se me presentaban varios inconvenientes. El primero, mi orgullo, por el cual me negaba a perder. Y el segundo, que la profesora me había requisado mi última granada hacía media hora.

Así pues, me reí maléficamente y le señalé con el dedo.

- ¡No importa, estúpido! ¡A mí no podrás vencerme!

- ¿Qué te hace estar tan segura? – preguntó, alzando una ceja.

Y jugué mi carta más sucia, mi golpe bajo más trabajado, mi inagotable as en la manga. Alcé la barbilla, consciente de mis ojos azules y mis pestañas largas.

- Tú no pegarías a una chica.

Silencio.

-Maldita sea – masculló -. ¡De acuerdo! ¡Es un empate, cruel Stella! ¡Deja libre a tu rehén y no te pondré un dedo encima!

- ¡Ja…! – iba a decirle que era idiota, que no iba a tocarme y que por eso iba mantener a la princesita justo dónde estaba. Pero entonces sonó la campana que anunciaba el final del recreo y… No me compensaba ser pillada por las autoridades y enviada posteriormente al aula de castigo. Así que, a regañadientes, dejé que la liberase y volví a mi aula para terminar mi maligno avión de papel para la clase de manualidades.

Ah… Recuerdo que tenía una especie de obsesión con los avioncitos. Me gustaba hacerlos a todas horas, lanzarlos y mirar su recorrido, intentando adivinar cuándo caerían. Me parecía curioso, que algo tan débil y simple como el papel pudiera transformarse en aquello. Dejé de hacerlos con el tiempo, cuando me di cuenta de que, bonitos o no, no correspondían con la imagen de una intrépida criminal.

Una vez, sólo una, truncó el famoso Thomas mis malignos planes. Después de eso, y antes de mi siguiente golpe, el héroe en potencia se mudó de escuela, con lo que quedé libre al fin. Otros intentaron hacerme frente, pero ninguno lo consiguió. Impuse mi Reinado del Mal en los patios del colegio. Luego, formé mi Imperio de las Sombras en el instituto y, terminando mi carrera académica, puse el broche con El Maligno Club de Lectura que fundé antes de mi graduación (no quería repetir nombres como Reinado o Imperio y, además, la dirección me vigilaba muy de cerca. Por eso opté por el pequeño encubrimiento).

Y sí, ahora soy todavía mejor. ¿O debería decir peor…? ¡Da igual! El caso es que, seas quien seas, te conviene saberlo todo de mí. Quién sabe, quizá mañana seas mi súbdito. De hecho, puedo aceptar que lo serás porque nadie va a poder salv… ¡No! No digo nada. Ya. Me callo.

… (Cuesta, eh. No jactarse y no revelar los planes malvados antes de llevarlos a cabo son las mayores dificultades de este trabajo).

En fin.

Que voy a dominar el mundo. ¡Y punto!


5 comentarios:

  1. ¡Diríase que me encanta Stella! Y su reinado de maldad, dominio y... crueldad donde se raptan princesas. Ahahahá. La primera parte (aquella donde están los niños sentados diciendo qué quieren ser de mayor) ha sido genial. ¡No he podido resistir la tentación a leerla varias veces! *w* (¡Es que las profesiones eran muy graciosas y originales! (Jubilado, ¡como el abuelo!))
    Aunque, como bien se dijo una vez en piratas del caribe, ¡todo hombre tiene la oportunidad de hacer algo bueno en su vida! (Y en este caso, ¡mujer!)

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  2. Dioses, ha sido genial esta entrada. Ha habido un momento en el que no podía dejar de reír. Pero bueno, que me encanta Stella, porque es difícil saber que vas a dominar el mundo casi antes de saber que es eso (:

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  3. Me has dejado más asombrada qeu de costumbre (dícese también anonada, patidifusa, ojiplática). Y es que me reído un rato con el Gran Little Ponny (por Dios, ese niño ha hecho la aparición más breve y más impactante de todas xDD) y la Gran Stella dominadora mundial. A parte, el bueno de Tommy (ya he cogido confianza xD)
    Y que me he reido un rato, y eso que venía de muy mala hostia de la facultad, así que voy a decir si no que me ha encantado (:

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  4. Voy a decirlo. ¡¡QUE AMA, STELLA!! (Porque yo si hablo correctamente no soy yo) Que tía mas guay *_* Me encanta!

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  5. Menuda labia tiene Stella... No me he reído más porque si no rebotaba en el techo. Villana contra superhéroe... ¿Dónde estará Peter Parker cuando se le hace falta? lol

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