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domingo, 23 de enero de 2011

¿Ves como sí que tienes elección?

Nao pintaba ramas en las paredes. Ramas desnudas, de otoño. Y luego llegaba Lafayette y las decoraba con hojas rojas en cuanto Nao se despistaba. Cuando lo descubría, la artista se enfadaba, diciéndole que había estropeado su trabajo pintarrajeándolo de cualquier forma. Pero, en el fondo, no lo pensaba en serio. Nao sabía que pintaba ramas desnudas porque esperaba que alguien les pusiera las hojas.
Y ése alguien siempre era Lafayette.

La risa de Lafayette resonaba en el enorme sótano. Con la brillante luz de los alógenos su vestido amarillo brillaba como si el mismo sol hubiera vomitado sobre él. No era un color que le sentara bien, y menos con su pelo rosa. 
Pero a ella lo de conjuntar colores siempre se le había dado francamente mal. Para empezar, no le gustaba ninguno. Ni siquiera el negro, el color por excelencia de todo villano que se precie. Esa noche había tenido en la mano dos vestidos: el amarillo y uno negro, elegante, sencillo, letal. Habría estado preciosa con él puesto, así que por eso lo rajó. No quería estar guapa esa noche. Quería que Charlie la viera como era: terriblemente horrorosa, por dentro y por fuera. 
Por eso no podía dejar de reír. Charlie... El pobre policía estaba tan asustado y tan ocupado en suplicar por su vida que ni siquiera se había dado cuenta de su nuevo color de pelo o el detalle del vestido recién estrenado. Se sentía ofendida, sí. Pero era tan, tan gracioso...
- Por... Por favor... Lafayette, por favor...
Dejó de reírse en el acto, mirándole, clavando sus oscuros ojos pintarrajeados a base de rímel negro en él. 
- Es inútil. No estoy jugando contigo, Charlie. No es una película, no me he aprendido mis líneas... Y, como no soy una mentirosa y sé de buena tinta que eres un gran fan de la verdad, voy a ser sincera contigo.
Se quitó los zapatos azules, tirándolos. Se arremangó el vestido y se acuclilló al lado del policía. La cabeza del hombre sangraba desde el nacimiento del pelo y las esposas le habían producido lacerantes heridas en torno a las muñecas.
- No vas a salir vivo de aquí - dijo ella, despacio. Charlie empezó a llorar, apartando la cara cuanto pudo -. Eh, no, no. No, hombre, no me... No me hagas esto - Lafayette resopló agobiada -. Odio que la gente llore... Oye, de verdad, no lo hagas. No merece la pena. Sólo estoy haciendo justicia, ya lo sabes.
- Yo no... Yo no sabía lo que...
- ¿Sabes? - Lafayette levantó la voz súbitamente, ahogando sus quejidos -. Yo... odio las pistolas. Son limpias en la mayoría de los casos. ¡Bang! Un chispazo de sangre y a tomar por saco, a dormir. La muerte no es limpia, Charlie. La muerte es un hoyo lleno de ratas que se comen las unas a las otras. Por eso yo mato con un cuchillo. No es que me guste ponerme perdida de sangre, es que siento que es así como debe ser.
Se levantó. Vio sus zapatos en el suelo y le dio un puntapié a uno, catapultándolo un poco más lejos y riéndose su propia gracia. Miró un segundo a Charlie, que había cerrado con fuerza los ojos y murmuraba una y otra vez una retahíla de nombres que seguramente serían importantes para él. Mujer, hijos, amigos, pensó Lafayette. Cogió su cuchillo, el que había dejado abandonado en el suelo, y el policía guardó silencio.
- Verás, Charlie... Yo creo que si voy a cometer una atrocidad lo mínimo sería terminar con un aspecto atroz.
- ¡No!
- ¡Mataste a Nao! ¡Le disparaste desde lejos como si estuvieras cazando un puto ciervo! - vociferó Lafayette, y ya no quedaba rastro de risa en su voz, ni en su cara -. ¡Me lo quitaste... todo! 
- ¡Eran mis órdenes, no pude hacer nada! ¡No pude hacer nada! ¡No tuve elección!
- Pudiste haber desobedecido. Pudiste haber pensado que sólo era una niña que quería leer un libro que no os deja en buen lugar. Pudiste no haber apretado el gatillo. 

- Voy a hacerte un favor, Charlie. Puedes elegir. ¿Cuchillo o pistola? ¿Atroz o limpio?

7 comentarios:

  1. ¿Atroz o limpio? ¿Cuchillo o pistola?
    Has hecho que un escalofría se me suba por la espalda... En esa situación, espero no verme nunca en esa situación, no me extraña que Charlie se haya echado a llorar, como mínimo.
    Cuchillo, hagámoslo artístico...

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  2. (no me quedan palabras)

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  3. ¿Atroz o limpio? Y me quedo con las ganas de saber qué elige (en el fondo, diría bastante saber qué escoge, ¿no?)
    Y el texto tiene fuerza, me gusta. Pero más aun el nombre de Lafayette.

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  4. ¡Bueeenas!

    He aquí una lectora nueva que se une al mundo de los blogs ^^ Si quieres, puedes llamarme Dominó, o Do. Yo ya me acostumbré xD

    Realmente, me gustan los cachitos que cuelgas. Tienes una forma de escribir muy "elegante, sencilla, letal", como el vestido negro. Y quedas preciosa con él puesto. Eso sí, ni se te ocurra rajarlo como hizo Lafayette.

    Este cachito en particular me da escalofríos. Me recuerda muchísimo al Joker, de Batman xDD ¿Quizás te inspiraste en él?

    Un saludo,

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  5. Lafayette tiene razón, una atrocidad debe de ser atroz para merecerse el título. También es irónico, en cierto modo, que sea limpio.
    ¿Cuchillo o pistola? ¿Atroz o limpio?
    Supongo que se fue por lo que menos duele. Bang. Dormido. Supongo.
    Escalofríos, chica, me has dejado con escalofríos.

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  6. Qué macabro... Me encanta esa locura de Lafayette,su sentido de la justicia. Se nota su desesperación... Y sobre todo ese final abierto. ¿sabremos más de ella y Nao, de Charlie? ¿O es sólo un fragmento aislado?

    Luka

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  7. Pues esa parte "loca" de Lafayette sí que está inspirada en el Joker, Do :) Si lo has notado es que he hecho bien mi "trabajo" xD

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