S i l a e s p a d a d e D a m o c l e s c a y e r a s o b r e m i c a b e z a ,
s e a b o l l a r í a .



jueves, 7 de abril de 2011

Cobarde, ladrón.

- ¿Es que vas a rendirte? ¿Ahora?
- Por supuesto que no. Voy a fingir que me rindo.

Troya arrugó la nariz, asqueada. Había leído demasiado sobre honor y gloria como para no censurar a Néstor una vez más. 

- Es una treta cobarde y sucia.
- Por supuesto que sí - sonrió Néstor. 
- Xersa no te lo permitía de estar aquí...
- Por favor, Troya - él dejó escapar una alegre carcajada -. Xersa se gana la vida como charlatana. Lee la mano de la gente y dice lo que le apetece. ¿Te acuerdas de cuando le dijo a un tío que iba a morir en una semana y el pobre diablo vendió todas sus cosas y donó su dinero a la beneficencia? Creo que vive en la calle del mercado.
- Vende botones. 
- Eso. Vende botones

Troya disimuló una sonrisa.

- Ítaca tampoco aprobaría esto, Néstor.
- Ítaca mandaría una carta formal para avisar a alguien de que va a abofetearlo antes de hacerlo, para darle la oportunidad de prepararse. ¿Sabes cuántas veces me ha tirado un guante, seria como la mismísima muerte sólo por haberme comido sus galletas o haber gastado su champú? Tres.
- Me esperaba más.
- Es que le robé los guantes.


_________

Las manos de Ítaca sangraban. Aunque no podía verlas, las miraba. Troya no sabía qué hacer. Dédalo estaba asustado, aunque lo disimulaba mirando al suelo y retorciéndose las manos. Néstor buscaba algo para picar en la despensa.

- ¿Te duelen? 
- No - susurró Ítaca -. No las siento. Xersa dijo que podía pasarme.
- ¿No sientes... nada? - repitió Troya, sorprendida.

Sin esperar respuesta, cogió uno de los tenedores que había sobre la mesa y le pinchó la palma de la mano. Flojo al principio. Fue apretando más al ver que la expresión ausente de Ítaca no cambiaba. Paró cuando aparecieron tres brillantes gotas de sangre sobre la piel clara de su amiga. Tiró el tenedor al suelo con rabia.

- ¡Deberías habérmelo dicho antes!
- Hay que taparlas - dijo Dédalo de repente -. Si Xersa lo ve...

Todos se quedaron en silencio. Sólo se oía a Néstor masticar las avellanas que había encontrado.

- Perdí mis guantes hace mucho - musitó Ítaca.

Troya miró a Néstor.

Fijamente.


Por un momento pensó en abalanzarse sobre él, pero no fue necesario. El chico dejó el frasco de avellanas sobre la mesa y se sacó unos guantes negros del bolsillo del pantalón. 


- Los encontré - anunció.


Dédalo abrió mucho los ojos.


- ¿Cómo has hecho eso?
- Magia. Hay un portal astral en mi bolsillo. Si algún día me molestas, te quitaré de en medio en menos que canta un gallo - sonrió, enseñando todos los dientes que pudo. Dédalo se rió.


Ítaca no podía saber con seguridad que sus guantes habían estado siempre con Néstor. Así que se lo planteó, pero desechó la idea. Troya, en cambio, estaba segura sin poder estarlo.

5 comentarios:

  1. Wah, cuánto me gusta Néstor *--*
    Pregunta: ¿qué le pasa a sus manos??

    ResponderEliminar
  2. Se los robé, la respuesta me hizo gracia; pero luego me pregunto, ¿es culpa de que Néstor le quitase los guantes que Ítaca está así?

    ResponderEliminar
  3. Dioses, ¿por qué Néstor tiene que ser tan jodidamente genial?
    Y... ¿qué le pasa a Ítaca en las manos?

    ResponderEliminar
  4. Néstor es un poco... espera, no. Es muy capullo. Y me gusta mucho. Aunque creo que me gustan más todos los nombres.

    (Pero mi favorito, sigue siendo Ítaca.)

    ResponderEliminar
  5. ¿Néstor? Sí, bueno.

    Pues a mí me mola Ítaca. Ya no quedan personas que desafíen con un guante. Sin contar a Homer Simpson.

    (No eres la única a la que crió la tele).

    Ahora que lo pienso, HomerO parece no tan desligado a esta historia.

    Me gusta mucho ésta. Mucho.

    ResponderEliminar