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s e a b o l l a r í a .



lunes, 4 de abril de 2011

...Tiene que bajar.

Shylo leía.
Callen asustaba. 



Don't feel bad for me 
I want you to know
Deep in the cell of my heart
I really want to go



Cuando era pequeña tenía miedo a la oscuridad. Supongo que en parte tenía que ver con mi claustrofobia. Al apagarse las luces, sentía que estaba encerrada en una caja pequeña, cuadrada, y no importaba que no pudiera tocar las paredes si estiraba los brazos. La caja seguía allí, envolviéndome. Y la oscuridad me comía.
Así que mi madre me intentaba tranquilizar. Me abrazaba, me peinaba el pelo con los dedos, me susurraba en el oído como si yo fuera un caballo encabritado. Y poco a poco, me iba calmando. Nunca del todo, pero sí lo suficiente como para controlar mi propia respiración.
Ella sonreía y me preguntaba:
- ¿De qué color es el miedo?
Lo decía porque el miedo no tiene color. Y si no lo tiene, no puedo verlo, no existe. No está. Pero lo que ella no sabía es que, aunque nunca le respondí, sí que tenía una respuesta muy clara. Para mí, el miedo era negro. Y olía a incienso. 
Supongo que por eso temí a Callen nada más conocerla. Aunque decir que "nos conocimos" es poco exacto. Chocamos. No fue un encuentro, fue un accidente. Uno bastante importante, del que yo salí temblando y ella con su inexpresividad natural. Me inquietó siempre que su cara no reflejara ninguna emoción. Ni enfado, ni miedo, ni ira. Su boca no parecía haber visto jamás ni la sombra de una sonrisa. Tenía en pelo más oscuro que la boca de un lobo, los ojos parecían petróleo. Y, por supuesto, olía a incienso, a iglesia. A Semana Santa. 
Y dudo que pasara mucho tiempo rezando. 




En el callejón hasta el aire parecía ser de color gris. De hecho, en mi mente todo estaba transcurriendo como en una película en blanco y negro. El único punto de color eran los labios rojos de Callen, tan intensos que no podían mirarse fijamente, peores que el abrigo de Schindler. No parecían sangre, no. Era un tono demasiado intenso, demasiado... radiactivo. Por lo demás, sí que parecía estar moviéndome en una película antigua. Pero mucho me temía que la pistola de Callen no era de pega. 
- Cosas que se caen. Dime cinco en diez segundos.
- ¿Qué... Cómo?
- Si lo haces, te perdono la vida - le quitó el seguro a la pistola -. Cosas que se caen.
No pensé en lo ridículo de la situación. Mi mente tomó la forma de las páginas de un libro que se pasaban a toda pastilla, buscando unas respuestas que, quizá por simples, parecían esconderse de mí con una aterradora eficacia. Cosas que se caen, cosas que se caen...
- Las manzanas maduras - respondí, sin aire. Una. 
- Tres, cuatro, cinco... - Callen empezó a contar en voz alta.
- Las... Los paracaidistas, los que hacen puenting... 
- Ocho...
- ¡Los gatos, de pie!
Callen arrugó un poco la nariz. Como si hubiera querido soltar una risita sarcástica pero no hubiera podido mover la boca.
- ... Y diez. Te ha faltado una - me colocó el cañón de la pistola en la frente. Estaba frío. Tan frío que me hacía daño -. ¿Últimas palabras?
El aire se me escapó de los pulmones. Algo en la parte de atrás de mi cuello se tensó, accionándose como un resorte y haciendo que el resto de mi cuerpo pareciera de mantequilla. No sé ni cómo conseguí seguir en pie. A lo mejor ya no era la pistola la que se apoyaba en mí, sino al revés. 
Iba a morir. Iba a morir allí, en un callejón. Por haber salido después del toque de queda a devolver las malditas películas de Silas. Una jodida loca iba a pegarme un tiro en la cabeza, nadie podría reconocer mi cadáver. Mi cráneo estallaría en pedazos, como una supernova. Saldría en las noticias. "Estudiante muere asesinada en un callejón por salir pasadas las doce. Tomen su muerte como ejemplo. Recuerden: el gobierno vela por su seguridad pero, ante la falta de conciencia de la situación actual por parte de algunos ciudadanos...". Y mi madre lo vería y se pondría a llorar como sólo ella sabía, de esa forma tan dramática, tan sentida, como si hubiera cinco o seis cámaras enfocándola desde planos distintos. "Te dije que no debíamos enviarla a la ciudad... ¡Te lo dije, Víktor! ¡Mi pequeña...!".
Y Silas tendría que pagar por el retraso en el videoclub. 
¿Mil últimas palabras? 
No tenía. No estaban. Allí estaba yo, estudiante de literatura sin nada que decir antes de morir. Sin palabras. Sin una vida medianamente aceptable que dejar a sus espaldas.
Y los ojos de Callen... Parecían la nada. Eran la nada. La mía.
El aire volvió de golpe.
- Todo lo que sube - dije.


(De momento lo vamos -todas mis personalidades y yo- a dejar abierto. 
La solución de LorenaGb era bastante buena, así que no lo cerraré a menos que la  individua en cuestión continúe.
Y muchas gracias a todos, de verdad :3)

8 comentarios:

  1. Qué ironia, que un amante de las palabras no supiera que decir... no hasta despues.

    Me encanta, estremecedor, como siempre.

    P.D.: me alegra que hayas decidido dejar el blog abierto, aunque sea temporalmente...
    P.D2.: Me encanta el soundtrack de Sucker Punch, es adictivo, (y le va muy bien a tus historias).

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  2. (Respuesta a la etiqueta: ¡NEGRO!) (Comentario muy original y poco pensado. Sin duda).
    Hm... Me he quedado pensando de qué es esto. Y he decidido que morir por no haber dicho cinco cosas que caen es... es... es... una manera extraña. Sin duda xDD

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  3. Me gusta el contraste que hay en Callen, negro de miedo y rojo radiactivo. Aunque no me la quisiera encontrar ni de casualidad, por si las moscas, o por si en el peor momento me quedo en blanco.
    "Todo lo que sube", más vale tarde que nunca, aunque sea un triste consuelo.

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  4. ¿Y los cohetes? Esos burlan la maldita gravedad de Newton. Digo, que ha sido un buen intento, pero Callen no parece de las que se compadecen. ¿Sí de las que les hace gracia? Y, oye. ¿El miedo es color negro regaliz o negro Callen?

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  5. Así que Callen era puro miedo... pues tiene pinta de que el miedo no se compadece. Por mucho que al final haya respondido, aunque fuera de tiempo.
    Me gusta la radiactividad de Callen. Y su olor a iglesia... ¿no será por quemarlas? Tiene pinta de quemadora de iglesias. En realidad, tiene pinta de todo mientras "todo" no incluya "bueno".

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  6. (Los cohetes eran un mal ejemplo. Sondas espaciales. Eso.)

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  7. Wow... Creo que nunca había conocido a alguien como Callen... Juro que me ha entrado un miedo por la espalda que no me lo quita nadie. Y me alegro de que mantengas abierto :3
    Un beso... con olor a incienso.

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  8. Solo decirte que hubiera sido una pequeña tragedia que cerraras el blog, y que me encanta como escribes, siempre (o casi), aunque no comente mucho por falta de tiempo o inspiración.

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