No somos Bastian

- ¿Estás despierto? - pregunté en voz baja.

- No, pero puedo oírte.

Sonreí, mordiéndome el labio inferior con los dientes. "Puedo oírte", era mucho más de lo que me atrevía a pedir. Y no sabía qué decir. Había demasiadas cosas...

Me dan miedo las polillas. Miedo de verdad, creo que traman algo. Desconfío de casi todo el mundo menos de ti, y eso que sé que puedes desaparecer en cualquier momento. A veces ni yo misma me comprendo, pero ser impredecible me hace sentir especial... Duermo mejor si te oigo respirar. Me gustan tus comentarios jocosos, la forma en la que miras por encima de las gafas. He descubierto que cuando te da el sol directamente los ojos te brillan dorados. Tengo miedo. Miedo de que ésta sea una de ésas historias... Miedo de que esto sea una historia, porque entonces tendría un final. No somos Bastian, Duma, no somos nadie. Pero sé que si te lo dijera fingirías no haber leído la Historia Interminable. No somos Bastian... Tú eres El Principito, a gusto en tu planeta. Y yo soy un zorro que conociste un buen día... Tienes que responsabilizarte de lo que has domesticado, Duma.

Pero no lo dije.

- Hasta mañana.

- Que descanses, Mustang.

Mucho más tarde, cuando Duma ya se había quedado dormido y yo seguía contemplando la pared...

- Me llamo Indiana - susurré.