Me imagino lo que
siente la gente al despertarse. Es como si el mundo volviera a aparecer,
supongo. Como si alguien hubiera encendido la luz o como si… Como si tú misma
lo hubieras guardado, antes de irte a dormir, al fondo de un cajón. Y al abrir
los ojos el cajón también se abre, el mundo sale y saluda. No está como lo
dejaste, pero a quién le importa. Lo bonito que tiene el mundo es que no se
detiene por nada ni por nadie.
Yo nunca me he
despertado. Yo… aparezco sin más. No hay pausas en mi existencia, no hay
descansos. Puedo estar en mi mundo, el mundo que comparto con todos los que son
como yo, o en de Lucas. ¿Cuál es más real? No sabría decirlo.
Lucas siempre ha podido
controlarme, así que supongo que está por encima de mí. Soy suya tanto como él
es mío. Cambio con él, para él. Ni siquiera tengo el mismo nombre siempre. ¿No
tener siempre el mismo nombre es igual que no tener nombre?
Es una de mis
características más sonadas, y una de las pocas que no cambian. Hago preguntas
que no son fáciles de responder. A Lucas le gustan, por eso soy así.
Ahora estamos frente al
escritorio, intentando pensar. Bueno, él es el que está sentado ante el
escritorio. Yo estoy tirada en el suelo, mirando el techo recién pintado.
Dibujamos las estrellas el mes pasado. Tuve que convencer a Lucas para que lo
hiciera porque casi nunca hace nada que sea mínimamente original. Es tan
simple, se equivoca tanto. Es perfecto.
-No sé qué decir. Va a
reírse muchísimo.
Suspiro.
-A las mujeres les
gustan los hombres que las hacen reír.
-No soy gracioso.
-No eres gracioso
adrede. Es diferente.
-Cállate.
Se ha vuelto
impertinente con los años. Recuerdo cuando era sólo un niño pequeño, una
criatura babosa que emitía risas como gorjeos y tenía mil expresiones
diferentes. En aquella época yo era un mono. Le gustaban, así que yo era uno.
Me llamaba Pin.
Ahora tiene dieciocho
años y está enamorado. No soy un mono, soy una chica. Bastante diferente de la
que le gusta, pero bueno. Supongo que ya no tiene tanta imaginación como antes,
por eso me permito a mí misma un poco de improvisación. Como el pelo de
colores, por ejemplo, o los ojos verdes. Me gustan los ojos verdes claros. Son
bonitos. También he adoptado una voz perfecta, suave y cálida, la clase de voz
con la que me gustaría que me hablasen. Pero no la utilizo mucho, ya que Lucas
ha desarrollado la irritante manía de mandarme callar.
¿Puedes pedirle a un
amigo invisible, a tu propia mente, que pare de hablar?
-¿Por qué no hacemos
algo interesante?
No, no puedes.
Lucas bufa, llevándose
las manos al pelo rubio.
-Porque tengo que escribir una maldita carta de amor, Lara. Por eso.
- ¿Y por qué tienes que escribirla? -balanceo las piernas en el aire, alzándolas.
-Naomi dijo algo hoy... Algo acerca del romanticismo, de que los chicos de hoy en día ya no sabían expresarse como antes, como... Ha visto Orgullo y Prejuicio.
Ahogo una risa.
-El romanticismo está muerto, Lucas -le explico-. De verdad, conozco al tipo que lo mató.
-Deja de inventarte tonterías.
-Ah, ¿pero puede inventar un ser inventado o está abocado a decir siempre lo que su inventor desee?
Aparta el papel y gira la silla, mirándome pensativo. Me gusta cuando hace eso, porque es una de las pocas veces que me siento el centro de algo. Aparta su maldito egocentrismo y me deja el foco principal durante un par de minutos.
-A veces pienso que sólo te he inventado a medias.
-Cierto es -sonrío-. Nada se crea de la nada. Soy un ser imaginario... pero puedo hacer cosas que ni imaginas.
-¿Cómo cuales? -levanta las cejas.
Vuelvo a sonreír, como un gato. Me incorporo y me siento a lo indio, mirándole. Pongo voz de profundidad, de Gran Acontecimiento.
-Imagínatelo. He librado guerras que nunca existieron para ti. He sido hombre y bestia. He dicho cosas que jamás me atrevería a pensar y pensado otras que nunca diría en voz alta. He enterrado tesoros que no tenían ningún valor. He tirado a estrellas del cielo poniéndoles la zancadilla. He trabajado para los buenos y me lo he pasado en grande con los malos. Conozco a... elementos que te dejarían sin habla. Literalmente. Ladrones de Palabras, entes de Panico, aburridas Rutinas, poderosos Deseos y virulentos Celos. Imagínate, Lucas, imagínate lo que hago cada vez que no miras. Si puedes.
Me ha gustado mucho muchisimo.
ResponderEliminarEl último párrafo me ha sonado como una parte de un libro llamado El Nombre del Viento que me encanta *O* aunque no habla de lo mismo.
En una escala del 1 al 10, te doy el 10, por supuesto. ^^
"Ni siquiera tengo el mismo nombre siempre. ¿No tener siempre el mismo nombre es igual que no tener nombre?"
ResponderEliminar"...imagínate lo que hago cada vez que no miras. Si puedes."
Me gusta mucho..!
¡Saludos!
Esto es esquizofrénico o.o
ResponderEliminar