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s e a b o l l a r í a .



jueves, 15 de diciembre de 2011

Lo que pasa cuando juntas un callejón, tequila, mucho humo, malas ideas y Deb.

In an unusual place
When you're feeling far away
She does what the night does to the day


Quiero ser tu maldito callejón sin salida.

Deb ya ha vivido esa noche antes. Sabe lo que va a pasar antes de que pase. No es que haya viajado en el tiempo o esté atrapada en un bucle. Es sólo que tiende a pensar que todo lo que se parece es lo mismo, y ya ha estado en bares como aquél, a horas como aquélla. 

Sale y se detiene en la puerta del bar, encendiéndose un cigarro. Hace frío, la piel desnuda de sus brazos se queja. Su camiseta negra de tirantes susurra que no debería haberla sacado hasta abril, por lo menos no sin una chaqueta. Los pantalones llenos de heridas sufren desde hace demasiado, pero a Deb no se le ha pasado por la cabeza darles descanso.

Ignora el frío y observa el callejón oscuro. La luz de la única farola, que cuelga del muro frente a ella, parpadea. Qué inesperado, piensa, y se ríe para ella misma. 

Quiero ser el humo que sale de tu mentolado cigarro. Quiero flotar en el aire y enredarme en tu pelo. Quiero matarte poco a poco porque no has tenido ningún cuidado.

Cuando vuelve a entrar en el bar, sabe que el chico del piercing en la ceja va a invitarla a algo. Pide tequila. Brindan. Él hace La Pregunta y ella contesta que no sabe qué está haciendo en un sitio como ése, aunque es mentira. Cuando el chico se ríe, Deb huele el alcohol en su aliento. No está mal. Más tarde, descubre que la lengua le sabe igual. Y ya sabe que va a acompañarlo a su piso, sea éste un elegante ático o una cochambrosa buhardilla, viva solo o acompañado.

Quiero ser la espalda de ese extraño al que arañas aunque en realidad no estés sintiendo nada.

Sabe que vestirse es siempre más lento que quitarse la ropa. Mira primero el reloj y luego al chico, que no va a despertarse. Encuentra sus botas negras tiradas por el pasillo. Al salir, Deb no deja una nota con su nombre o su número de teléfono, pero se lleva el portátil que hay en la mesa del salón. Quizá pueda sacar lo suficiente por él. Quizá no. Quizá lo tire antes de intentar venderlo, simplemente porque puede, porque le hace gracia, porque sí.

Deb sabe que no la espera nadie en casa. La única persona que la quiso está a dos metros bajo tierra y el gato se ha escapado sin intenciones de regresar. Sabe que el vacío que siente no se llena con alcohol y mucho menos con sexo, pero al menos tiene que intentarlo. Al menos de momento. Todavía no tiene las fuerzas suficientes como para vengarse, pero dentro de poco las tendrá. Y, en su caso, escupirle en la cara al mismísimo diablo no parece tan arriesgado. Está segura de que no tiene nada que perder.

Quiero ser todas las malas ideas que has tenido y que tendrás, Debacle.


3 comentarios:

  1. No en vano se llama Debacle.
    Como siempre, alucinando me dejas O.O

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  2. Definitivamente, tirar el portátil sería mucho más divertido.

    Hoy me apetecen personajes como Deb.
    A quién quiero engañar. Siempre me apetecen.

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