S i l a e s p a d a d e D a m o c l e s c a y e r a s o b r e m i c a b e z a ,
s e a b o l l a r í a .



miércoles, 14 de marzo de 2012

- ¿Qué es lo que más te gusta?
- ¿Lo que más me gusta de qué?
- Todo. En general. La cosa que más te guste, Rojo.
- ... Cuando está a punto de amanecer el mundo se vuelve azul oscuro. La luz se vuelve azul oscura. Me gusta estar despierto para verlo.

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Azul había tenido un día malísimo y estaba teniendo una noche peor. Tenía unas ganas horribles de emborracharse y olvidar, apalancarse en la barra de algún bar y contarle sus penas a los tablones de madera del suelo... Pero no sabía beber. De pequeña, su madre le contó que la gente se moría todos los días por culpa del alcohol. Le metió el miedo en el cuerpo, así que Azul no bebía. Lo suplía fumando como una chimenea. Y es que su madre nunca dijo ni una palabra sobre el tabaco.

Se sentía sola. Y desgastada. Y un poco rota. Y las lágrimas le habían corrido el rímel y tenía las mejillas emborronadas. "La mirada llena de carbón", como diría Violeta. "La mirada llena de carbón y la cabeza a rebosar de malas ideas", añadiría Verde. "La mirada llena de carbón, la cabeza repleta de malas ideas y... Tengo el vaso vacío. Un momento", saltaría Gris, desinteresado por puro interés.

Pero no estaban con ella. Azul estaba sola, sentada sobre las frías baldosas del baño de su nuevo apartamento. La luz azulada de los neones cercanos se colaba por la ventana. Qué cuadro. Otro día, la cabezota de Az de hubiera negado a estar en aquella escena. Se habría levantado, habría visto al televisión, leído, cantado a pleno pulmón, lo que fuera con tal de no pensar en lo absurda e insustancial que le parecía su vida. Otro día, Azul hubiera sido la brillante Az, pero no aquél. Ese día quiso ser solo la chica del pelo negro enredado, las medias rotas y la piel fría, los ojos ahumados y los labios demasiado pintados.

Y qué cabreo tenía encima. Madre mía. Qué cabreo.

Fue pensar en la ira (la cobardía, 
la mentira, 
el odio, 
la venganza, 
la presión, 
todasesascosasquehacíandelmundounsitiomuyinteresante
como los cuentos que no tenían moraleja
o las canciones de Violeta, que jamás tuvieron letra) y oír cómo la puerta del piso se abría y alguien entraba, silbando una estúpida cancioncilla de un anuncio de televisión. Arrugó la nariz, saboreó un escupitajo. Rojo. El que dijo que llegaría tardísimo porque iba a pasar "la mejor noche de toda mi puta vida" volvía dos horas después de haberse marchado, completamente sobrio, absolutamente feliz. Qué asco.

Seguro que la puta de Naranja le había dejado plantado, seguro que se había ido a magrearse con algún Incoloro por ahí y, por eso, Rojo había llegado antes de tiempo. Porque no tenía polvo fácil para esa noche y no tenía ganas de trabajarse a nadie. No en serio, por lo menos. Y ni quedarse a dos velas parecía amargarle. Silbaba. Maldito fuera Rojo, que parecía una canción de Joan Jett. Azul se vestía como una, pero Rojo... Ah. Ese maldito bastardo parecía haberse tragado a Joan.

Se paró al pasar frente al baño y encontrarse a su compañera de piso tirada en el suelo. No dijo nada. Dejó de silbar y se apoyó en el marco de la puerta, haciendo tintinear las llaves en la mano.

Azul suspiró. Sólo que no fue exactamente un suspiro. ¿Cómo lo explico? Azul suspiró... Como suspiraría un dragón si los dragones suspirasen.

- Sólo quiero que alguien... me quiera un poco - sorbió por la nariz -. No es mucho pedir. Todo el mundo va por ahí queriendo y queriendo que les quieran...
- Yo no.
- ... así que, joder, ¿por qué no? Pero en el fondo no me sorprende. Quiero decir, ¿qué soy? Ni siquiera sé beber. Estos labios de zorra no han probado nunca el alcohol, ¿te lo puedes creer? Es fuerte... Yo. La situación. El alcohol. Mis labios. Todo en general es muy fuerte.
- Hay gente que está peor que tú - dijo Rojo.

Y se marchó. Durante un par de segundos Az miró la puerta, esperando verlo reaparecer. Pero se rindió en seguida, diciéndose que lo conocía lo suficientemente bien como para saber, al cien por cien, que él nunca daba nada por nadie si no recibía algo a cambio. Ni siquiera tiempo, ni siquiera un hombro sobre el que llorar. Rojo era el cabrón más guapo y engreído que Azul había conocido nunca y... Ah, seguro que por eso no le cuesta nada conseguir chicas. Joder. Pues claro.


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Se sentó como un indio, dejando los vasitos en el suelo. Azul lo miró, recelando.
- ¿Qué es eso? ¿No será jarabe?
Rojo se rió. Fue una risa de las suyas, cuando encogía los hombros y todo era entre dientes. 
- No. Pero un par de estos y te aseguro que te encontrarás mucho mejor.


Quiero daros una pista sobre Rojo, de verdad.
En serio. Quiero.
Pero no sé cuál.


2 comentarios:

  1. Me ha gustado, mucho, como siempre. Pero realmente hubiera sido genial una pista más sobre Rojo... una pequeñita.
    Te leo.

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  2. Yo me he quedado con ganas de decirle a Rojo: «Oh, you sexy bastard».
    Pero me conformaré con ponerlo aquí.
    Y yo quiero saber más sobre la chica que no sabía beber y el sexy bastard que, al parecer, le enseñó lo que era un buen chupito.

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