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miércoles, 11 de julio de 2012

¿Aire dónde, Eve?

La razón de Luke pareció apagarse, como si se le hubieran agotado las pilas, cuando el cuerpo del capitán cayó y vio a Lester sujetando la pistola. Tenía los ojos llenos de lágrimas y un corte sangrante en la mejilla que tenía pinta de dolerle. Se había roto el vestido y enseñaba más pierna de la necesaria. Había perdido los tacones en el camino y el detective no tuvo que usar mucho sus dotes para adivinar que seguramente se habría clavado todos los cristales del mundo hasta llegar allí.

Pero allí estaba. Con el valor que seguro le habría robado a otro en un descuido. Porque Eve Lester no era de las que salvaban vidas o disparaban (y Luke estaba seguro de que había cerrado los ojos al apretar el gatillo, por lo que se sentía doblemente agradecido de seguir con vida), pero allí estaba. Allí estaba.

- ¿Lester...? - encontró su voz en alguna parte. Necesitaba comprobar que era ella, que no estaba alucinando.
- Yo... No quería... Él iba a... - las manos le temblaron y dejó caer la pistola. Las piernas le fallaron con un "¡Suficiente! Ya hemos aguantado bastante por hoy" y se dejó arrastrar al suelo, incapaz de mantener el equilibrio -. Lo he matado. Yo... Lo he matado.

Luke reaccionó, corriendo hacia ella y agachándose a su lado.

- No, Lester, no. Me has salvado la vida.
- ¿Qué quieres... decir con "no"? Está... Está muerto, Luke... Yo... Disparé - los ojos de la frágil Eve se perdían en el suelo, allá donde empezaba a encharcarse de sangre.
- Hiciste lo correcto.

Lester le miró, intentando enfocarle. Pero no podía. No podía dejar de mirar el cadáver del capitán, con aquél terrible agujero en la cabeza. No había sido un tiro limpio, como en las películas. El término "volar los sesos" era mucho más real de lo que ella podía haber imaginado. Ahora lo sabía. Lo sabía y se estaba mareando.

- No... No puedo... Respirar...
- ¡Eh! ¡Escúchame, Lester! - Luke le sujetó la cabeza, apartándole el pelo de la cara -. Mírame, ¿vale? Coge aire y suéltalo. Coge aire y suéltalo.
- No... puedo... - hiperventilaba. Fantástico. De todos los momentos para tener un ataque de hiperventilación, tuvo que escoger aquél. Los pulmones le ardían y creía tener fuego en las venas. Sobredosis de oxígeno, guao. Sobredosis de vida. Elegante forma de morir para una falsificadora cobarde adicta a los chicles de menta -. ¡NO PUEDO! ¡Está... muerto... ahí! ¡Yo he...!
- ¡Tranquilízate!
- ¡Yo soy... una asesina! ¡Yo soy...!
- ¡Tú eres la mujer más maravillosa, valiente e inteligente que he conocido en mi vida! - gritó Luke -. ¡Y te juro por lo que más quieras que si no sigues respirando te mataré yo mismo!

Lester le miró. Al principio sólo veía la borrosa cara del detective. Sus ojos azules desdibujados, su pelo negro difuminado... Ah, su boca. Los dientes que se mostraban cuando hablaba. ¿Y qué había dicho? Había dicho la cosa más absurda, más imposible de todas. Había dicho una Gran Mentira que ella estaba deseando creerse. Y se la creyó, qué demonios: había tenido un día duro. ¡Reclamaba su derecho a creerse lo que le diera la gana!

Aire dentro, aire fuera. Aire dentro, aire fuera. Se apagó el fuego. El cerebro se relajó.

- ¿Mejor, Eve?


Aire dentro.

Eve. Eve. Luke la había llamado Eve. Era la primera vez que le oía pronunciar su nombre. Por fin. Por fin sentía que estaba un poco más cerca. "Bueno, acabo de salvarte la vida. Lo mínimo que podías hacer era saber cómo me llamo. Dilo otra vez".

4 comentarios:

  1. Al final Eve ha terminado por asumirlo bien.

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    1. La expresión "sobredosis de vida" es indescriptiblemente... ¿indescriptible?

      En plan fantástico, como no podía ser menos.
      Qué diablos, Eve, créetelo. Las grandes mentiras están para eso.

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  2. Hace bien en creer la Gran Mentira, se lo merece. Además quién sabe en lo que se convertirá esa mentira.
    Impresionante. Como siempre.

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  3. Yo quiero pensar que no es una mentira. Después de todo, se sabe su nombre y lo ha dicho en el momento adecuado. A mí también me gusta creerme las cosas bonitas.

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