Y mientras
ves que sobre ti van a caer todas las espadas del rey, recuerdas todas esas
vidas en las que he estado tan cerca de encontrarte que casi pudiste sentir la
calidez de mi piel. Mientras ves como otro telón se cierra sobre ti, te
acuerdas de mí. De nuestra búsqueda incansable, de todos nuestros momentos,
incluso de los más irrelevantes, absurdos e imposibles, que hemos vivido a lo
largo de mil vidas. También recuerdas todo lo que no hemos dicho, o hecho, o visto.
Recuerdas la soledad de saber que me echas de menos, aunque no sabes quién soy,
y que deberías haberme encontrado, aunque no sabías que tenías que buscarme.
Recuerdas cosas que ni siquiera llegaron a suceder. Porque nuestra maldición es
el olvido, la culpa, la pérdida. Estamos condenados a perdernos una y otra vez,
a perderlo todo menos la esperanza. Estamos condenados a no dejar que la
rendición nos gane.
Soñaré
contigo cada noche. Serás mis peores pesadillas. Estarás en cada canción que
tararee y en cada palabra que roce mis labios. Cada pensamiento que se escape
por mi boca tendrá al menos un eco de ti, porque estás en todas partes. En cada
vena, en cada gota de la sangre que, sin saberlo, derramaré en tu nombre.
Estarás en cada agradecimiento que se me haga, porque todas mis buenas acciones
llevarán tu firma. Y aunque cometa actos atroces en mi desesperación por no
tenerte, debes saber que una pequeña parte de mí siempre será esa parte que te
merece. No te olvidaré, ni siquiera cuando no sea capaz de recordarte.
Te buscaré y
te buscaré, sentiré dentro de mí el hambre de saberme incompleto. Y si tengo
mucha, mucha suerte, algún día te encontraré por accidente, caminando por una
calle sin importancia de una ciudad minúscula, en la cubierta de un viejo
navío, en los andenes de los trenes solares, bajo las estrellas de
constelaciones sin nombre. Algún día, si me dueles lo suficiente, te
encontraré.
Y cuando eso
pase lloraré sin saber por qué lo hago. Me mirarás y no sabrás quién es ese
extraño que se ha parado delante de ti sin previo aviso, pero te perdonaré. Yo
tampoco sabré quién eres, pero no me importará. Porque debajo del color de tu
piel, de tu sexo y de tu nombre, seguirás siendo tú. Habré dado contigo y el
destino tendrá que tragarse sus palabras. Y hasta que no muera de nuevo, y el
telón se cierre, y me arranquen de tu lado, viviré cada día sabiendo que sí,
que te encontré, que gané, que esa vida fue una victoria y que en la siguiente,
lo recuerde o no, estés lejos o cerca, seas lo que seas, volveré a encontrarte.
Me ha gustado muchísimo, como siempre...
ResponderEliminar"Debes saber que una pequeña parte de mí siempre será esa parte que te merece."
ResponderEliminarTe juro que no sé lo que haces, ni cómo lo haces. Te lo juro.