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jueves, 25 de abril de 2013

Salem cree que es todo un Fracaso

No había nadie allí para verlo, pero aquél día, en el ático de Bubú, se cayó un mito. Tembló el suelo. Se rompieron sueños. 

El frío me paralizó, colándose bajo mi piel como una serpiente silenciosa se arrastra bajo tierra, enredándose en mis oídos como un riff de guitarra, adueñándose de latidos que ni siquiera eran míos.
La representación gráfica de lo que sentí aquella tarde podría ser la siguiente:

Bessetta acercándose. Atardecía. La chica de los ojos azules y negros alarga el brazo, me rompe el pecho, me arranca el corazón. Retrocede y me sonríe, con él en la mano. Lo levanta y lo tira al suelo. No se rompe, no es de cristal. Pero el golpe lo mata. Olvidé ponerle paracaídas. En el fondo... ¿La culpa es mía?


La miré, sin saber qué decirle. No dejaba de pensar "No", no dejaba de acordarme de las primeras palabras que le dije. "Me gusta el regaliz, rojo y negro, y la Coca-Cola. De mayor quiero ser un Fracaso para llevarle la contraria a mis padres... ¿Y tú?". Y me sonrió, con esos labios de pin-up que tenía, pintados de rojo. "Yo no sé volar, pero hoy sería un buen día para empezar a intentarlo".
Mi Bessetta. La Bessetta de Bubú. La Bessetta de todos lo que alguna vez han tirado la toalla, la de los que dicen "No me importa" cuando en realidad se están muriendo por dentro. La Bessetta en torno a la que yo había querido construirme entera. Mi chica de los ojos azules y negros.

- ¿No vas a preguntarme si no tengo nada que decir, ninguna explicación que darte? - dijo, levantando una de sus cejas oscuras. La derecha, la que mejor me caía.

Quise decirle muchas cosas. Cosas hirientes, cosas afiladas, cosas con la recámara llena de balas. Quise contarle lo de Oliver, cómo había permitido que mi mejor amigo se pudriese en un apartamento gris, devorado por pesadillas con dientes de tiburón que sonaban como Hayley. Quise decirle que lo que más me dolía era que ella no podía sentirlo ni la mitad de lo que yo lo sentía. "Yo dudo de que me quieras y, en cambio, tú puedes estar segura de que seguiré queriéndote los próximos dos minutos. Quizá incluso las próximas dos horas o los próximos dos días. Dos años, dos décadas. Eres terrible. No lo sientes tanto como yo, Bess".
Pero todo lo que me salió fue un "No, no voy a preguntarte nada" envuelto en papel de burbujas y frío del Polo Norte.

Por eso estoy aquí, James. Porque ella me rompió entera y soy demasiado orgullosa como para dejar que los que me conocían me sigan viendo jodida.
¿Y ahora qué? ¿Quieres que te cuente quién soy o quién me creía que era?

1 comentario:

  1. Que me cuente quién se creía que era y yo intentaré averiguar quién es.

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