- ¿Cómo sabías que era mi cumpleaños? - preguntó, la felicidad de una niña de cinco años endulzando sus palabras.
Dobló las rodillas para ponerse a la altura del hombre herido. Le arrancó la nota que llevaba pegada al pecho, obteniendo además un gemido de dolor y una mirada furibunda.
Felicidades, Bess.
Espero que mi regalo te haya llegado de una pieza.
Es un héroe. Cuidado con su ego. Es frágil que te cagas.
Noa.
Bessetta estalló en carcajadas de puro júbilo. Cuando era pequeña siempre había soñado con montar en jirafa y saber disparar un revólver, pero de repente aquellos sueños se vieron superados por tener su propio y ensangrentado héroe secuestrado.
Había hecho cosas terribles. Cosas malas. Y también cosas bastante feas. Las repasaba a menudo, quitándoles el polvo, disfrutando con su deliciosa ironía, burlándose de la muerte del karma. Y lo mejor de todo (lo absolutamente genial de todo) era que ni siquiera se sentía orgullosa de todas. Hasta ella se daba cuenta de la épica crueldad que anidaba en su interior, como una serpiente enroscada en torno a su negro, negro corazón. (De ahí el tatuaje de su hombro izquierdo).
- Aquí pone que eres un héroe. Si vas a salvarme, ¿quieres que te quite a mordaza primero?
(estoy leyendo a mi hermana tus historias en voz alta -otra vez- porque son muy, muy pero que muy geniales.
ResponderEliminary, bueno, que le encantan, y a mí también)
¿Es posible que haya visto esto después de cinco meses?
EliminarSí, lo es.
Muchísimas gracias. Me ha hecho una ilusión tremenda leerlo :)