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viernes, 13 de diciembre de 2013

Plumas por todas partes


Duele. Escuece. Raspa, pica, arranca, araña. Quiebra... Rompe. 
Se ensaña. 
Camina con los zapatos de un dios. Unas botas, por supuesto. Gastadas, porque los dioses, si caminan, caminan muchísimo. Cada paso sacude la tierra. El asfalto tiembla. Tokio se encoge. La ciudad fantasma está aterrorizada. Los edificios se esconderían si pudieran. Pero lo único que saben hacer en mantenerse o caer, así que sus ventanas observan, impotentes, cómo la chica con pies de deidad avanza. 
Tiene una moneda en el puño cerrado. Está fría. Está helada. Le hace daño, pero no puede soltarla. Si pudiera, no la soltaría. 

-Cas, dame un poco. 
-No. La botella la he comprado yo. 
-Es whisky. Darás dos tragos y te desmayarás, idiota. Dame. 
-No. No, no, y no. 
-Cas...
-¿Qué? ¿Vas a desencadenar la furia de los cielos sobre mí por unos sorbos de whisky?
-La desencadenaría por menos.

Una broma de hace milenios. ¿Por qué se acuerda? ¿Por qué la sonrisa aguada de Cas sigue siendo relevante? Lo mató. Lo mató y con él a la relevancia. Sólo le quedan las ganas de destrozar, una moneda de plata y un mundo vacío que recorrer. Era suyo. Gris, desierto. Montañas de hormigón y alambre, humo con olor a azufre. Ecos de llantos que no existen. Y vinilos rotos. 

Puede rehacerlo. Era su mundo. Lo creó, lo rompió. Puede hacerlo de nuevo. Puede traer de vuelta a Cas y quitarle la botella de whisky. Tiene poderes cósmicos enredados en el dedo meñique, ¿no? Trascendencia absoluta, mechas azules en el pelo. La imaginación necesaria para crear una raza y después arrancarle las alas. 

Qué desastre. Plumas por todas partes. 

Se detiene, las suelas carcomidas besando escombros. ¿Por qué aquí? ¿Por qué Tokio? Ah, por las luces. Por la animación. Por Godzilla, seguramente. Para ser un dios, siempre había tenido mal gusto. O un gusto excelente, depende de cómo se mire. 

¿Y sus ángeles? ¿Dónde estaban el fuego de dios, la palabra de dios, la justicia de dios? Hechos papilla. Hechos trizas. Sus alas rellenaban almohadas porque nunca creyó necesitar guerreros. Lealtad, bah, menuda patraña. Poder. Sólo los que no lo tienen lo quieren. 

Respira hondo. Cierra los ojos. La sangra le canta en las venas, las uñas le arden, las pestañas le pesan. Levanta un brazo tan lentamente que universos podrían haberse creado en lo que tardó en estirarlo por completo. Un giro de muñeca. El tatuaje con las letras "CDRLA" saluda al cielo. Chasquea los dedos. 

Siento haberte roto, mundo. Perdí la paciencia contigo... Pero he descubierto que todavía te quiero. Así que lo vamos a volver a intentar.
Pero esta vez, nada de llevarme la contraria. 
No me toques las narices, joder. 
Ten un poco de respeto.

2 comentarios:

  1. Porque no hay nada como unas buenas botas para bailar sobre la tumba del mundo hasta romperlo, es un secreto a voces. Pero desde el respeto, siempre desde el respeto.
    "No eres tú, soy yo."
    "Podemos hablarlo."

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  2. Puta.

    ¿Te esperabas un comentario bonito? Pues no.

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